Los hondureños han iniciado 2014 castigados por un drástico impuesto del 12 al 15 % a la mayoría de los productos y servicios mediante una Ley de Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medidas Antievasión, que el Parlamento aprobó a finales de 2013.
La nueva ley, que entró en vigor el pasado jueves, cuando fue publicada en el diario oficial 'La Gaceta', es producto de un maridaje político entre el presidente saliente, Porfirio Lobo, y el entrante, Juan Orlando Hernández, quien asumirá el poder el próximo día 27.
Lobo y Hernández, ambos del gobernante Partido Nacional, convinieron que la nueva ley fuera aprobada a finales de 2013, aprovechando la mayoría que la formación tiene en el Parlamento, con 71 de los 128 diputados, lo que no ocurrirá en la próxima legislatura que asumirá el día 25.
La aprobación era de 'ahora o nunca', aprovechando que por primera vez el Partido Nacional gana una segunda elección consecutiva desde el retornó a la democracia en 1980 y que en la próxima legislatura que iniciará el 25 de enero no tendrá mayoría.
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En el próximo Parlamento, para llevar a cabo cualquier iniciativa el Partido Nacional tendrá que hacer alianzas con la oposición, entre la que figura la bancada del izquierdista Partido Libertad y Refundación (Libre), que tendrá entre sus diputados al expresidente Manuel Zelaya, derrocado en junio de 2009.
Analistas locales, incluso del mismo partido de Gobierno, coinciden en que el drástico paquete de ajuste económico agudizará la pobreza en Honduras, país con 8,5 millones de habitantes y donde son muchos los que subsisten con menos de un dólar diario.
La pobreza en Honduras afecta al 70 % de sus habitantes, que además sufren otros flagelos como la inseguridad, el desempleo, bajos salarios y los efectos de la impunidad, corrupción y la injusticia social, entre otros problemas.
Despidiendo 2013 y recibiendo 2014 los hondureños comenzaron a pagar más por muchos productos y servicios, incluso algunos como el cemento, que sin estar incluido en el nuevo paquete sufrió un incremento de unos 12 lempiras (más de medio dólar).
También se ha disparado de nuevo el precio de los combustibles, que a partir del próximo lunes sufrirán un severo aumento.
Los diputados del Partido Nacional defienden la aprobación de la nueva ley impositiva alegando que los ingresos que se recauden servirán para que el Gobierno que presidirá Hernández pueda arrancar, pues asumirá una Administración sumida en una crisis sin precedentes.
Al igual que Lobo, los diputados del Partido Nacional aseguran que el país sufre en gran medida una alta deuda interna heredada del Gobierno de Manuel Zelaya, quien fue derrocado el 28 de junio de 2009 cuando pretendía llevar a cabo reformas constitucionales que la ley le impedía.
A eso se suma la deuda exterior, que también se ha disparado, después de que Zelaya recibiese unas finanzas en mejores condiciones, en parte por la condonación de dos terceras partes de la deuda externa del país, que a mayo de 2005 superaba los 5.000 millones de dólares.
Lo de la crisis económica actual lo reconocen todos los sectores del país, que además sabían que cualquier partido que ganara las elecciones de noviembre de 2013 aprobaría un nuevo paquete de medidas, pero no tan severas, por un mismo gobierno que ya había aplicado otras ocho desde 2010.
Según informó el 26 de diciembre pasado el Banco Central de Honduras, de enero a octubre de 2013 el país acumuló una deuda externa de 5.785 millones de dólares entre el sector público y privado, 941 millones más que lo registrado en 2012.
A juzgar por los números del Banco Central, endeudar al país es lo que mejor han hecho los gobiernos de Zelaya y Lobo.
En contraste, Honduras tiene un deficiente sistema de recaudación fiscal, con solamente 70.000 contribuyentes distribuidos en su mayoría en dos de los 18 departamentos del territorio nacional, según fuentes públicas y privadas.
Otro factor negativo de vieja data son cientos de exoneraciones fiscales a instituciones públicas y privadas, una Administración con más de 205.000 empleados y una endémica corrupción que se pasea por las principales ciudades en flamantes autos de lujo sin que la justicia le persiga, al menos a los corruptos de 'cuello blanco'.
Lobo, consciente al asumir el poder de la difícil realidad que vivían la mayoría de los hondureños, en su campaña solamente prometió dos cosas: 'trabajo y seguridad', pero en los cuatro años de su mandato no cumplió ninguna.
Comer, vestir, estudiar en centros privados, alumbrarse, viajar por placer o necesidad, tomarse una gaseosa o una cerveza; construir una casa, enfermar o morirse, por ejemplo, se ha vuelto prohibitivo para muchos hondureños con los nuevos impuestos aplicados por el Gobierno.
En 33 años de democracia lo que se ha visto en Honduras es que la clase media comenzó a convertirse en pobre y los pobres en miserables.
Menos mal que el Gobierno de Porfirio Lobo se definió como el del 'Humanismo Cristiano' y el de Zelaya como el del 'Poder Ciudadano'. EFE