San Pedro Sula, Honduras.
Si en San Pedro Sula los bomberos sufren carencias inimaginables, la realidad de los de tierra adentro es igual o peor y ya quedó en evidencia con la muerte de dos apagafuegos mientras limpiaban una cisterna en Ocotopeque.
No tener el equipo adecuado les costó la vida a los bomberos Wilmer Edgardo Cruz Tobar y Henry Noel Reyes y al jardinero de los juzgados Tiburcio Pérez. La historia dolorosamente podría repetirse.
En la capital industrial no solo sufren por la falta de equipo adecuado y moderno; también los afecta ser muy pocos para una ciudad de más de un millón de habitantes.
Actualmente, en San Pedro Sula solo hay 70 bomberos permanentes y 150 voluntarios. El déficit es de 80 elementos, pero esto no es impedimento para que se sientan comprometidos con la sociedad. Pese a su labor y su importancia para el cuidado y bienestar de los sampedranos, muchos de estos héroes no ganan más de 7,200 lempiras mensuales y lo peor es que desde hace unos 10 años no tienen aumento de salario.
A sus carencias económicas se suma tener que dar servicio usando equipo de protección personal obsoleto.
Las recomendaciones establecen que los equipos y la indumentaria tengan una vida útil de tres a cinco años, pero los bomberos sampedranos utilizan los mismos trajes desde hace más de ocho años y cuando los recibieron eran de segunda mano.
Estos nobles servidores tampoco tienen seguro de vida y si tienen algún accidente en su labor, son llevados al Seguro Social o al Mario Rivas.
Los dormitorios en que descansan los 13 bomberos que están las 24 horas a disposición de la ciudadanía no tienen climatización adecuada, se arruinaron los aires acondicionados y ventiladores de techo y los colchones tienen las esponjas deshechas.
Para que la institución pueda desempeñarse eficazmente necesita 23 millones de lempiras anuales y solo recibe 18 millones que apenas alcanzan para pagar planilla.
La deuda de la Municipalidad con los bomberos de esta ciudad, según el Tribunal Superior de Cuentas, es de 140 millones de lempiras.
Danilo Flores, comandante de bomberos de la zona norte, lamentó que les toque trabajar con las uñas.
“Esto se debe a que no estamos recibiendo lo suficiente para mantener la institución como se debe; por eso pedimos que nos dejen manejar la tasa de seguridad bomberil, siempre con la auditoría de las autoridades municipales, religiosas, empresariales y sociedad civil para que exista transparencia”.