La Ceiba, Honduras.
El tráfico ilegal de madera, la agricultura expansiva y el cultivo de palma africana están acabando con la belleza escénica y el potencial turístico de la cuenca del Cangrejal, considerada el pulmón ecológico de esta ciudad.
El espeso verdor que hace más de una década era característica única en esta zona desaparece silenciosamente, provocando que el caudal de este afluente esté disminuyendo y consigo la “violencia” de sus aguas que son apetecidas para la práctica de deportes extremos.
Contar los daños en esta área es difícil para las autoridades forestales y ambientales, pero los habitantes de las zonas afectadas estiman que la deforestación en los últimos 15 años se han incrementado en 60%.
“Nos está afectando mucho esta situación. El río se está secando por la alta deforestación. El panorama escénico se esta convirtiendo en un desierto y esto se viene dando desde hace unos 15 años”, dijo David López, presidente del patronato de la comunidad de Las Mangas.
Amenazas
El futuro ecológico y turístico está amenazado y si no se toman las medidas, este río dejara de ser un atractivo natural y de aventuras en La Ceiba.
“El río Cangrejal fue famoso hace una década. Estuvo en los primeros lugares a nivel mundial para la práctica de deportes extremos; pero ahora está seco, casi como una quebrada”, lamentó el dirigente.
Los depredadores del bosque están acabando con el escenario verde. Los descombros provocados por agricultores de la zona se encuentran durante todo el recorrido de este afluente. El cultivo de palma africana en las faldas de los cerros se está imponiendo entre el paisaje ya descombrado.
“El tráfico de madera y las personas que vienen haciendo descombros expansivos usurpando la propiedad nacional son los que están provocando los mayores daños, ya se han logrado algunas capturas y se les ha dado seguimiento a algunas denuncias”, explicó Humberto Gonzales, responsable de la Fiscalía del Ambiente en La Ceiba.
En los últimos dos meses, unas 25 personas han sido detenidas por las autoridades militares. “Se tienen varios casos judicializados, incluso se han aplicado algunos criterios para tratar de que las personas vuelvan a reforestar la zona que han afectado”, señaló el fiscal.
Las autoridades del Instituto de Conservación Forestal (ICF) dicen que como medida para detener este problema está la construcción de destacamentos militares en zonas estratégicas.
“Tenemos un proyecto para que esto se logre, así como la adquisición de cámaras aéreas (drones) para poder estar monitoreando la zona y llegar en el momento en que las personas estén cometiendo algún delito ambiental, ya que la zona es extensa y de difícil acceso para realizar patrullajes”, informó Domingo Pineda, director del ICF.
El tráfico ilegal de madera es el más delicado. Cooperativas agroforestales han denunciado que personas armadas están llegando a cortar árboles a sus zona de manejo controlado.
Unas tres mil hectáreas bajo manejo forestal están en manos de cuatro grupos organizados.
El tráfico ilegal de madera, la agricultura expansiva y el cultivo de palma africana están acabando con la belleza escénica y el potencial turístico de la cuenca del Cangrejal, considerada el pulmón ecológico de esta ciudad.
El espeso verdor que hace más de una década era característica única en esta zona desaparece silenciosamente, provocando que el caudal de este afluente esté disminuyendo y consigo la “violencia” de sus aguas que son apetecidas para la práctica de deportes extremos.
Contar los daños en esta área es difícil para las autoridades forestales y ambientales, pero los habitantes de las zonas afectadas estiman que la deforestación en los últimos 15 años se han incrementado en 60%.
“Nos está afectando mucho esta situación. El río se está secando por la alta deforestación. El panorama escénico se esta convirtiendo en un desierto y esto se viene dando desde hace unos 15 años”, dijo David López, presidente del patronato de la comunidad de Las Mangas.
Amenazas
El futuro ecológico y turístico está amenazado y si no se toman las medidas, este río dejara de ser un atractivo natural y de aventuras en La Ceiba.
“El río Cangrejal fue famoso hace una década. Estuvo en los primeros lugares a nivel mundial para la práctica de deportes extremos; pero ahora está seco, casi como una quebrada”, lamentó el dirigente.
Los depredadores del bosque están acabando con el escenario verde. Los descombros provocados por agricultores de la zona se encuentran durante todo el recorrido de este afluente. El cultivo de palma africana en las faldas de los cerros se está imponiendo entre el paisaje ya descombrado.
“El tráfico de madera y las personas que vienen haciendo descombros expansivos usurpando la propiedad nacional son los que están provocando los mayores daños, ya se han logrado algunas capturas y se les ha dado seguimiento a algunas denuncias”, explicó Humberto Gonzales, responsable de la Fiscalía del Ambiente en La Ceiba.
En los últimos dos meses, unas 25 personas han sido detenidas por las autoridades militares. “Se tienen varios casos judicializados, incluso se han aplicado algunos criterios para tratar de que las personas vuelvan a reforestar la zona que han afectado”, señaló el fiscal.
Las autoridades del Instituto de Conservación Forestal (ICF) dicen que como medida para detener este problema está la construcción de destacamentos militares en zonas estratégicas.
“Tenemos un proyecto para que esto se logre, así como la adquisición de cámaras aéreas (drones) para poder estar monitoreando la zona y llegar en el momento en que las personas estén cometiendo algún delito ambiental, ya que la zona es extensa y de difícil acceso para realizar patrullajes”, informó Domingo Pineda, director del ICF.
El tráfico ilegal de madera es el más delicado. Cooperativas agroforestales han denunciado que personas armadas están llegando a cortar árboles a sus zona de manejo controlado.
Unas tres mil hectáreas bajo manejo forestal están en manos de cuatro grupos organizados.