La Ceiba, Honduras
La temporada de pesca de langosta y camarón es la mejor oportunidad económica que tienen decenas de buzos misquitos para sostener a sus familias durante ocho meses del año.
Aunque la actividad es peligrosa y ha dejado a muchos de ellos lisiados, es bien retribuida. La desventaja es que por cuatro meses alrededor de tres mil buzos se quedan sin trabajo.
Con la entrada en vigencia de la veda de langosta y camarón en las aguas del Caribe centroamericano, toda actividad pesquera se paraliza. Quien viole la ley se expone a fuertes multas y al decomiso de la embarcación.
“Nosotros tenemos que buscar otras formas de trabajo para podernos sostener. El mar es nuestra fuente de trabajo y para nosotros es difícil hacer otra actividad de la que no estamos acostumbrados”, explicó Jimmy Flores, un joven buzo oriundo de la comunidad de Cauquira, departamento de Gracias a Dios.
Baja producción les afectó
Por cada libra que de langosta o camarón que los buzos extraen de las cálidas aguas del Caribe hondureño, ganan 60 lempiras.
“Para lograrlo tenemos que bucear desde 50 hasta 120 pies para extraer langostas. En esta temporada la situación no fue muy buena, pues el precio de la libra antes nos la pagaban entre 70 y 90 lempiras y ahora se nos paga a 60 lempiras”, relató Flores.
Su trabajo no es nada fácil. Bajan a peligrosas profundidades con un tanque de oxígeno de apenas 2,200 libras por pulgada cuadrada, una manguera boquilla y un arpón.
“La situación a veces no es fácil para nosotros, cada uno quema hasta cuatro tanques y no saca nada. Siempre hacemos una la lucha hasta llegar a los 120 pies de profundidad, para poder pescar tenemos que aprovechar el tiempo, ya que el tanque solo nos dura 45 minutos”, comenta Roberto Melaú, oriundo de la comunidad de Auca y con seis años de experiencia en esta actividad.
De la extracción de estas especies sostiene a su familia, que reside en esa comunidad. “Tomaré unos días para descansar, luego veré si me voy a pescar pepino o caracol, aunque es poco lo que se gana, pero vamos a tener que hacerlo porque no tenemos otra forma de cómo ganarnos la vida”, aseguró este hombre del mar.
Otras opciones
Una gran parte de buzos misquitos se convierten en nómadas del mar.
Cuando llegan a los muelles con los barcos de camarón y langosta, se van en otras embarcaciones que salen en busca de pepino, caracol y pescado en aguas hondureñas.
“Así es esto, ya muchos no pueden vivir sin estar en el mar, la vida de ellos está en el mar”, comenta Melaú.
Javier Solís es otro buzo que se ha quedado limpiando y guardando los tanques para que en la próxima temporada estén listos.
“Es triste no tener una fuente de ingreso durante cuatro meses. No tenemos trabajo y nos hacen falta fondos para sostenernos durante este tiempo. Ahora tengo que dedicarme a la pesca artesanal mientras esto vuelve a reactivarse”, indicó.
En temporada buena cada buzo llega ganar entre dos mil y tres mi lempiras al día, “pero hay veces que tal vez solo la cola de una langosta se logra sacar”, cuenta.
“Durante estos cuatro meses viene el mantenimiento de las embarcaciones, la mayoría del personal queda parado, unos buscan otros medios de vida, otros se van a reparar barcos, o se van a otros embarcaciones dedicados a la actividad de carga”, informó Richard Ned Bonilla, presidente de la Asociación de Pescadores Industriales del Atlántico de Honduras (Apicah).
Son 36 embarcaciones que se dedican a extraer langosta por buceo en esta región, cada una de ellas tiene una tripulación de 90 personas entre buzos y cayuqueros, significando una fuente de empleo para más de tres mil personas.
La veda adoptada en toda Centroamérica permite la reproducción adecuada de la langosta y el camarón. La población de esta especie se ha reducido significativamente en toda la región por lo que es inexcusable su protección.