Ni agua ni luz ni comida. El fenómeno de El Niño, que apenas comienza a hacerse sentir será peor a finales de 2014, vaticinan expertos mundiales que siguen de cerca su comportamiento.
En Honduras ya está generando enormes impactos. Hay escasez de agua, los principales ríos están secos y miles de hectáreas de cultivos se han perdido por falta de lluvias. Ahora se agrega la crisis energética, causada también por el descenso de los caudales en las centrales hidroeléctricas del país. La crisis en 64 municipios de 10 departamentos del país, donde viven 76,712 familias de pequeños productores, tiene de correr al Gobierno. Por esa razón, el 28 de julio se declaró emergencia en el corredor seco del país.
Han sido afectados por el prolongado verano 37,131 productores de maíz, 14,075 de frijol y 25,506 de maicillo.
La falta de agua secó los cultivos; los agricultores no cosecharon ni una mazorca y las parcelas quedaron como zonas desérticas.
“Las regiones central, sur y este de Honduras afrontan el momento más crítico en más de una década con la escasez de lluvias. Esto agrava la pobreza crónica que impera en esta región”, señaló Kenet Rivera, experto en hidrología.
El Gobierno ha puesto a disposición unos 4.73 millones de dólares para atender a las familias que viven en las zonas más perjudicadas por la sequía. Los fondos provienen del fideicomiso para reactivación del sector agroalimentario y de las donaciones y créditos que financia la alianza para el corredor seco para una vida mejor.
La realidad
A sus 78 años, Alejo Aguilar, un agricultor de la aldea Barrial del Cerro, en el municipio de Orocuina, Choluteca, relató a LA PRENSA que nunca en su vida habían experimentado la falta de lluvia y es la primera vez que se quedó sin cosecha para alimentar a la familia.
“No hubo invierno y la falta de agua nos afectó los cultivos. No pudimos comprar insumos porque son caros. Cultivé más de una manzana y apenas dieron turunquitas y cuando la cosecha es buena son grandes mazorcas. Estamos a lo que Dios diga. Todas las familias estamos sin granos, es toda la zona, Morolica, Apacilagua, Soledad y Liure son pueblos donde no hay alimento”, dijo el campesino. En la aldea, las 60 familias no lograron cosecha; las reservas de la siembra de postrera se agotaron y ahora de tres tiempos que, aseguran los campesinos, hacían antes de la crisis, hoy apenas logran comer uno.
“Toca aguantar; no hay maíz ni frijolitos. Todo se ve difícil en esta zona porque no hay dinero para comprar. Parte de la cosecha que se saca sirve para la venta y ahora qué vamos a vender. Estamos sin nada”, explicó Mariana Gómez, ama de casa en Orocuina.
El panorama es sombrío; las montañas están secas, las milpas dieron mazorcas pequeñas con el grano dañado, se afectó la floración y el llenado temprano del grano y otras plantas ni crecieron, se consumieron porque no llegó la lluvia.
En estas zonas, nadie utiliza sistemas de riego para aliviar la falta de agua en los cultivos, no hay recursos ni les alcanza para comprar fertilizante. Por su difícil situación solo esperan que el Gobierno los apoye para que la siembra de postrera pueda generarles el alimento.
Corredor seco
En Orocuina, las comunidades de Concepción, San Andrés, Combalí, San José y El Barrial son las más afectadas. La canícula ha sido larga; las lluvias se redujeron en 50%.
En la zona oriental, los municipios de Liure, Soledad y Apaciluaga libran también una lucha por sobrevivir. No solo se enfrentan a la escasez de alimento, sino a la falta de paso para el ganado y la carencia de agua en la comunidad porque las fuentes de agua están secas. “Estamos luchando por pelar el poco maíz que tenemos. Toca escogerlo; hay mucha mazorca que no se desarrolló, el grano se quedó pacho y tal vez sirva para pinol. Pero también estamos sin agua. Hay que cuidar la poca que tenemos porque los ríos están secos. Es como que el mal llegó a estos pueblos”, dijo Juan Baustista Álvarez, agricultor de Combalí, aldea del municipio de Orocuina.
Escasea el agua
“Este es el año más crítico por décadas. Teníamos previsto que las primeras lluvias llegarían en la segunda quincena de mayo, como todos los años, pero se ha ido prolongando la sequía”, dijo el portavoz del Sanaa, German Allan Aragón.
Para esa institución, la crisis por el líquido ha llevado a racionalizar el servicio en todo el país y obligado a los usuarios a ahorrar el agua.
El representante del Sanaa aseguró que, por ejemplo, en la represa La Concepción, que tiene capacidad para almacenar 36 millones de metros cúbicos, actualmente solo tiene 13; mientras Los Laureles, de 10.5 millones de metros cúbicos, dispone de solo tres.
Pero la crisis abarca incluso las zonas rurales que sienten el embate de la sequía en las fuentes de agua.
“Las aguas están secándose, los que eran ríos ahora son quebraditas y las quebraditas se han secado. Algunas fuentes de agua ya no tienen agua. Esperamos que el Gobierno intervenga en la zona”, clamó Rogmel Aguilar, alcalde del municipio de Liure, El Paraíso.
Debido a la situación crítica, el Gobierno trabaja en el diseño de un plan de acción de seguridad alimentaria por sequía para atender a las familias de los productores afectados en todo el país.
Se contempla dar asistencia técnica a los productores perjudicados para la siembra de postrera; se les donarán semillas mejoradas y fertilizantes.
En los municipios se elabora un diagnóstico para tener un censo agropecuario que permita establecer una línea de base actualizada de la realidad del país.