“Otro sueño frustrado”, repetía en su mente Angélica Gálvez cuando venía en el avión de Texas a San Pedro Sula acompañada de su pequeña Abigaíl de 6 años. Ambas deportadas por intentar cruzar de forma ilegal a Estados Unidos.
Las lágrimas corrían por sus mejillas al recordar las humillaciones que atravesó en su intento perdido por cumplir su “sueño americano”.
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Desde que salió de su pueblo Lombardía cerca de La Ceiba, caminó 58 kilómetros, soportó calores de 48 grados y también fuertes tormentas. Se subió a la “bestia”, el tren que atraviesa México de sur a norte. Durmió muchos días a la intemperie.
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Sin embargo, ella misma, con sus ojos húmedos y los párpados rojos recuerda que no tenía otra opción que continuar el peligroso viaje. “Me dolía en el alma ver a mi hija dormir en el zacate. Ella quería ver a sus primas y estudiar allá. Yo quería aprovechar que estaban dejando pasar a las madres con sus hijos y por eso me atreví a llevarla”, reveló. La dama asegura que el trato hacia los migrantes en Estados Unidos es inhumano.
“Los gringos son irónicos y desinfectan con sus líquidos todo lo que tocamos los deportados”, lamentó.
Ayer, cuando llegó a San Pedro Sula, lamentó no haber conseguido el objetivo de darle una vida mejor a sus cuatro hijos y se muestra incrédula ante las promesas del Gobierno.
“Hasta que esto sucedió se acordaron de nosotros. Nos ofrecieron muchas cosas ahorita que llegamos. Sinceramente no creo que lo que dijeron lo hagan. Volveré sola a intentar cruzar la frontera”, finalizó.