El Corpus, Choluteca, Honduras.
Se cumplen nueve días desde que un alud de roca y tierra sepultó a 11 mineros en San Juan Arriba. Tres de ellos fueron rescatados y ocho siguen perdidos en la profundidad de los túneles.
El cansancio no quita el impulso de los mineros que dejaron sus actividades cotidianas para sumarse a las tareas de rescate. No les importan las horas que caminan desde comunidades postergadas para llegar a San Juan Arriba; en sus corazones solo está la idea de apoyar la causa.
En esta tarea titánica de los mineros sobresalen la solidaridad y la unión que nació en medio de la tragedia y que tocó a sus puertas.
“Tengo cuatro días de estar permanentemente en la mina. Vine de la aldea Bijagual, cerca del municipio de El Triunfo. Caminé tres horas y media para llegar aquí; solo me vine con mi mochilita y las ganas de ayudar. Y aquí estoy. Llevo cuatro días ayudando. He entrado tres veces al túnel y le digo que hemos avanzado. Solo estamos a un paso de romper una enorme roca para que lleguemos al lugar donde están nuestros hermanos”, dijo Manuel Rivera, minero voluntario.
Los anuncios de la finalización de la búsqueda han sido descartados. Los mineros quieren agotar todas las posibilidades antes de tomar como última salida la idea de crear un camposanto en la zona donde se hallan los ocho mineros sepultados.
Sin embargo hay confianza: las familias están seguras de que el coraje, el buen corazón y la valentía de esos hombres que se internan para buscarlos pronto les darán la buena noticia de que los encontraron.
Movimientos
Los mineros van por buen camino. Así lo aseguran cada vez que salen las cuadrillas de los túneles. “No importa cómo los encuentren; lo importante es tenerlos cerca. Saber que estarán en un lugar donde podamos ir a rezarles, colocarles flores y expresarles todo el cariño y el agradecimiento que sentimos por ellos. Ese será nuestro alivio, eso calmará nuestro dolor”, dijo Leyla Quintanilla, esposa de Emilio Muñoz.
La presión aumenta cada día: los mineros se juegan el orgullo, quieren mostrar que nunca estuvieron equivocados. El reto es grande y por eso su lucha no cesa.
“No estamos solos; hay tanta gente que desde varias comunidades viene para ser voluntarios. Están los mineros que aunque saben que no hay un pago para ellos, se unen a buscarlos porque sienten el dolor de los compañeros y lo que menos quieren es dejarlos olvidados dentro de la mina. Aquí no hay descanso, aquí se lucha con ganas por encontrar a los nuestros”, expresó Juan Ramón Guillén.
La solidaridad tampoco cesa. De todos los rincones de El Corpus continúan llevando a diario alimentos y agua para que los mineros no detengan la búsqueda por ningún motivo. El acceso a la mina sigue limitado.
Se cumplen nueve días desde que un alud de roca y tierra sepultó a 11 mineros en San Juan Arriba. Tres de ellos fueron rescatados y ocho siguen perdidos en la profundidad de los túneles.
El cansancio no quita el impulso de los mineros que dejaron sus actividades cotidianas para sumarse a las tareas de rescate. No les importan las horas que caminan desde comunidades postergadas para llegar a San Juan Arriba; en sus corazones solo está la idea de apoyar la causa.
En esta tarea titánica de los mineros sobresalen la solidaridad y la unión que nació en medio de la tragedia y que tocó a sus puertas.
“Tengo cuatro días de estar permanentemente en la mina. Vine de la aldea Bijagual, cerca del municipio de El Triunfo. Caminé tres horas y media para llegar aquí; solo me vine con mi mochilita y las ganas de ayudar. Y aquí estoy. Llevo cuatro días ayudando. He entrado tres veces al túnel y le digo que hemos avanzado. Solo estamos a un paso de romper una enorme roca para que lleguemos al lugar donde están nuestros hermanos”, dijo Manuel Rivera, minero voluntario.
Los anuncios de la finalización de la búsqueda han sido descartados. Los mineros quieren agotar todas las posibilidades antes de tomar como última salida la idea de crear un camposanto en la zona donde se hallan los ocho mineros sepultados.
Sin embargo hay confianza: las familias están seguras de que el coraje, el buen corazón y la valentía de esos hombres que se internan para buscarlos pronto les darán la buena noticia de que los encontraron.
Movimientos
Los mineros van por buen camino. Así lo aseguran cada vez que salen las cuadrillas de los túneles. “No importa cómo los encuentren; lo importante es tenerlos cerca. Saber que estarán en un lugar donde podamos ir a rezarles, colocarles flores y expresarles todo el cariño y el agradecimiento que sentimos por ellos. Ese será nuestro alivio, eso calmará nuestro dolor”, dijo Leyla Quintanilla, esposa de Emilio Muñoz.
La presión aumenta cada día: los mineros se juegan el orgullo, quieren mostrar que nunca estuvieron equivocados. El reto es grande y por eso su lucha no cesa.
“No estamos solos; hay tanta gente que desde varias comunidades viene para ser voluntarios. Están los mineros que aunque saben que no hay un pago para ellos, se unen a buscarlos porque sienten el dolor de los compañeros y lo que menos quieren es dejarlos olvidados dentro de la mina. Aquí no hay descanso, aquí se lucha con ganas por encontrar a los nuestros”, expresó Juan Ramón Guillén.
La solidaridad tampoco cesa. De todos los rincones de El Corpus continúan llevando a diario alimentos y agua para que los mineros no detengan la búsqueda por ningún motivo. El acceso a la mina sigue limitado.