San Pedro Sula, Honduras
La economía de los conductores no es la única que está siendo afectada por los embotellamientos en la ciudad, según especialistas el 70% de las personas que manejan sufren de agotamiento mental al final de la semana.
Las interminables filas que a diario los conductores se ven obligados a hacer desata en los sampedranos problemas de ira, malhumor, irritabilidad, ansiedad, depresión y hasta miedo, que si no son tratados pueden llegar a ser una bomba de tiempo.
Rolando López, psiquiatra y coordinador médico del hospital de Salud Mental San Juan de Dios, manifestó que los conductores están expuestos a sufrir de mucho estrés por la situación tan angustiante que viven todos los días en el tráfico vehicular, que se suma a los problemas laborales, económicos y familiares que pueden tener, esto provoca que aumenten los niveles de cortisol, una hormona esteroidea que a largo plazo puede causar depresión, ansiedad y al pasar los años hasta Alzheimer (pérdida total de la memoria).
“Todos los que están en la fila experimentan cambios de humor, más cuando otro conductor se les mete adelante, empiezan los insultos, las peleas y los niveles de agresividad aumentan”, explicó.
En los estancamientos algunos conductores que sienten molestia o indignación también pueden desarrollar miedo a expresar su desesperación, ya sea con el toque sostenido de la bocina de su vehículo o verbalmente, lo que hace que esta persona se vaya guardando todos estos sentimientos, hasta el punto en el que los descargue con su familia o con otras personas de su entorno. “El tráfico no solo afecta al conductor, afecta a toda la sociedad”, dijo López.
El especialista indicó que casi el 100% de las personas que padecen de algún trastorno mental están sufriendo de recaídas por el obstaculizado tráfico vehicular que se ha convertido en un círculo vicioso para todos los ciudadanos.
“Estamos viendo muchos pacientes que por el estrés que les causan los embotellamientos, están recayendo. Tenemos que recetarles más terapias o aumentar la dosis de los medicamentos y en tercera instancia hasta incorporar otros medicamentos que en el día no serían necesarios utilizarlos”.
Los estancamientos también están provocando la pérdida del tiempo para compartir con la familia, para disfrutar de un pasatiempo o de otras actividades.
“Muchas personas prefieren quedarse trabajando por más tiempo o irse a un café, porque saben que si salen a las seis de la tarde se enfrentarán a una larga fila y que perderán mucho combustible, aunque siempre lleguen más tarde a sus casas, no se enfrentan a todo ese agotamiento mental que a la larga se vuelve crónico”, declaró.
López lamentó que las autoridades no se interesen por invertir en la salud mental de los sampedranos y mucho menos en prevenir los trastornos.
“Con cosas tan simples como tapar los baches o reparar los semáforos podrían evitar que más personas recaigan o sufran de un problema mental”.
Honduras apenas destina un 2 o 3% del presupuesto de salud para los centros que atienden a los enfermos mentales, Santa Rosita, Mario Mendoza y Mario Rivas. Como una forma de disminuir el estrés provocado por las largas filas, el especialista recomienda a los conductores poner música suave, aprovechar ese tiempo de inmovilidad para meditar o para llamar a aquellas personas con las que no hablan de forma frecuente. “Tenemos que buscar medios de relajación y entender que pitando a cada rato lo único que hacemos es enfermarnos a nosotros mismos y a los demás”.
Bismark Espinoza, psiquiatra del hospital Mario Rivas, coincide en que cada vez son más las personas que están sufriendo de estrés y ataques de ira causados por el infernal caos vial que hay en la ciudad. “Hay personas que se ponen muy impacientes cuando están rodeadas de muchas personas”, señaló.
Para Espinoza el deterioro de la salud mental de los conductores se debe a varios factores, entre ellos está tener que evadir los múltiples baches que hay en las calles, soportar el irrespeto de los motoristas del transporte público y motociclistas, además del daño de los incontables semáforos y la falta de señalización en más del 40% de las calles de San Pedro Sula.
“Hay muchas personas que andan manejando con trastornos de bipolaridad o con trastornos de personalidad, esos conductores aumentan un 50% el riesgo de un accidente o de un episodio agresivo o violento en el tráfico”.
Criticó la evaluación psicológica a la que son sometidos los conductores como un requisito más de la Dirección de Tránsito para obtener la licencia de conducir.
“En mi opinión de psiquiatra esa evaluación que hacen es una farsa, porque un examen tan simple como me han dicho que es, no puede determinar nada. Es solo por cumplir un requisito, solo es por negocio”, aseveró. Espinoza resaltó la falta de control en el uso de las armas, que aunado al estrés y a un estudio psicológico no confiable, puede llegar a causar accidentes mortales.
Debido a que muchos de los accidentes que se dieron en los primeros meses de 2013 involucraba a personas con problemas mentales, la Dirección de Tránsito ordenó que a partir de julio del año pasado los conductores tendrían que someterse a una prueba psicológica para poder obtener su licencia. La disposición del trámite se basa en los artículos 47, 48 y 49 de la Ley de Tránsito, referidos en a la presentación de certificado médico de aptitudes físicas y psíquicas.
Rodrigo Saenz, sicólogo de una de las clínicas que realizan los exámenes psicológicos, informó que la prueba se basa en 48 figuras que los conductores deben interpretar, también se presenta un cuestionario de 20 preguntas, después de 25 minutos los especialistas pueden determinar el estado mental, las características básicas de personalidad y estado de lucidez de cada persona.
Saenz detalló que semanalmente aplican unas 180 pruebas psicológicas, de las que al menos cuatro conductores son rechazados por no cumplir con las características mínimas del estado emocional que se requiere.
“El examen psicométrico tiene un grado de confianza del 95%, lo que pasa es que algunas personas que por el cansancio no contestan de la forma correcta y transparente, allí puede haber un pequeño sesgo, eso no significa que no sea determinante”, aseguró.
Saenz explicó que el nivel educativo de las personas no afecta en nada el resultado, ya que es interpretativo y el test es verbal. Tiene un valor de 200 lempiras y lo aplican tres sicólogos debidamente colegiados.
Peatones arriesgan su vida por no usar puentes
La poca educación vial de los sampedranos se ve reflejada en la falta de uso de los puentes peatonales de la ciudad.
Cada cinco minutos un peatón corre el riesgo de ser atropellado al cruzar intempestivamente la calle y sin importar meterse entre los carros.
La molestia de los conductores ante esta acción se manifiesta con el toque de bocina, sin embargo poco o nada parece importarles esto a las personas que ignoran los pocos puentes que hay de este tipo.
Según el departamento de estadísticas de la Dirección de Tránsito, la imprudencia de muchos ciudadanos ha influido para que en lo que va de este mes 12 personas hayan perdido la vida por atropello. A ello se suma que los sampedranos conducen a alta velocidad en el centro de la ciudad y en los bulevares. “Los peatones, por no subir las gradas, prefieren arriesgar sus vidas”, dijo el comisario Ronmel Rivera.
Rivera detalló que en la zona llamada viveros, en el bulevar del norte, el congestionamiento vehicular pone en aprietos a los peatones, ya que en esta zona no hay un puente que ellos puedan utilizar.
En la ciudad hay unos seis puentes peatonales ubicados en bulevares y en la avenida Circunvalación, pero son usados por la minoría de peatones que a diario circulan.