20/12/2024
11:21 AM

Aurora de Pineda: 'Mi hijo Carlos David era la luz de la casa”

La madre de Carlos David Pineda, asesinado junto al hijo de la rectora, narró sus días de angustia.

En medio del dolor, Aurora de Pineda narra las últimas horas de vida de su hijo y la desolación que vive tras su muerte trágica. Ella es la madre de Carlos David, el amigo inseparable de Alejandro Vargas, hijo de la rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Unah, Julieta Castellanos.

“Ni siquiera he podido ver noticias, pero me han dicho que el presidente Lobo dijo que no quiere intervenir la Policía. Al Presidente le digo: si se siente incapaz de poner orden, renuncie”.

Los jóvenes de 22 años presuntamente asesinados por miembros de la Policía Nacional fueron amigos inseparables desde la escuela primaria.

“Fueron amigos de toda la vida y, aunque no estudiaban la misma carrera, pasaban mucho tiempo juntos, compartían en el mismo grupo. Nunca se separaron. Mi hijo se quedaba en casa de la rectora y Alejandro se quedaba aquí los fines de semana por lo general”, relató a LA PRENSA.

Carlos David, pasante del quinto año de la carrera de Derecho en la Unah, tuvo mala suerte el viernes 28 de octubre.

“¿A qué horas venís, mamá? Voy a la reunión que te dije. Aquí te espero. Te quiero”, fueron las últimas palabras que Aurora escuchó por teléfono de su infortunado hijo alrededor de las tres de la tarde del fatídico viernes.

“Tardé mucho en llegar a casa por el tráfico y cuando llegué Carlos David ya se había ido a la fiesta de su amiga en la colonia Miraflores con Alejandro. Nunca supe más de él. Extraño tanto a mi ‘orejón’, como le decía de cariño. Esto que nos ha pasado es desastroso. Si no fuera por la rectora y sus fuentes de información, no sabríamos nada de los responsables de la muerte de nuestros hijos”.

Inseparables hasta el fin

Carlos David y Alejandro lo hacían todo juntos desde que comenzaron la escuela y el destino hasta la muerte los preparó juntos, según las palabras de doña Aurora.

“Eran jóvenes que no tenían vicios. Sí se tomaban unas cervezas, pero iban a la gasolinera y se venían a la casa. Eran varios los del grupo.

Mi hijo era catecúmeno, muy activo en la iglesia. Ahora no tenía novia. Decía que quería enfocarse en sus estudios. Era el segundo de tres hijos. Esto nos ha transformado la vida. Era la luz de la casa. Si él no estaba, había mucho silencio aquí”. Explicó que Carlos David siempre llegaba acompañado de amigos a la casa.

El fatídico día

El trágico final de Carlos David y su amigo Alejandro llegó ese viernes 28 de octubre.

“Cuánto hubiese querido llegar temprano a mi casa ese día. Carlos David siempre me decía adónde iba, con quién iba y a qué hora regresaba. Se despidió de mi esposo y se fue al cumpleaños. No llegué a tiempo. A las 9.30 de esa noche, Carlos David llamó a su hermana y le preguntó si estaba bien. A las 11.30 pm llamó a su hermano menor, que andaba con un amigo en un centro comercial. Mi esposo y yo nos dormimos un rato, pero no estábamos tan tranquilos. Cuando faltaban unos minutos para las dos de la madrugada escuchamos ráfagas de alto calibre por la zona. Nos despertamos de inmediato y llamamos a nuestros hijos. Al pequeño primero porque siempre pensamos que Carlos David era más independiente”.

La madre de Carlos David comentó que su hijo menor le dijo que estaba a unos 15 minutos de la casa y su otro hijo no contestaba el teléfono móvil. “Vi unas patrullas frente al aeropuerto. Supuestamente era un accidente, pero no vi el carro, me dijo mi hijo menor al llegar a casa esa madrugada. Llamamos y llamamos a Carlos David. El teléfono estaba apagado y nunca nos contestó. Presentí que algo malo les había pasado.

La cumpleañera nos dijo que entre 1.00 am y 1.30 am ellos habían salido de su casa. El sábado en la mañana hablamos con ella. Llamé a todos los amigos de mi hijo y nadie sabía nada”, sollozó Aurora.

Salió a buscarlo

Cerca de las nueve de la mañana del sábado 29, Aurora guardaba la esperanza de que Carlos David se hubiera ido a dormir a la casa de su amigo Alejandro.

Llamó a la casa de la rectora y le dijeron que más bien creían que Alejandro se había quedado en su casa. “Algo malo pasó, no aparecen. En ese momento, doña Julieta comenzó a moverse. Agarré mi carro y empecé a buscar a mi hijo en los alrededores de la casa de la amiga de ellos que estuvo de cumpleaños. Fui a la Policía de la Kennedy a chequear los arrestos. Me cansé de buscar y al mediodía me llamó mi esposo y me pidió que viniera a la casa. En ese momento sentí que el mundo se me derrumbaba y pensé lo peor”.

Sus instintos no la engañaron. El cuerpo de su hijo apareció en la carretera al sur del país.

“No pudimos reconocerlo en la morgue porque le deshicieron la cara a balazos, pero era mi hijo. Nos decepcionan las autoridades en el país, pero ya inicia el proceso y tenemos que estar fuertes”.