Días antes de morir, Guillermo Anderson volvió a los lugares que lo inspiraron para escribir las mejores letras de sus canciones: la playa de Corozal, el Estero, de La Ceiba, Pico Bonito y río Cangrejal.
Rapado, por los efectos de la quimioterapia, sin la potente y alegre voz que encantaba a los espectadores, y con las fuerzas físicas mermadas, caminó, como si fuera la última vez, y se despidió de esos fascinantes escenarios que también defendió con toda pasión con su música.
Anderson (54) falleció el sábado a las 8:30 am en el hospital Vicente D’Antoni, de La Ceiba, donde estaba internado desde el domingo pasado que fue trasladado desde Guatemala. Ahí era tratado por el cáncer de tiroides que le detectaron en 2015. Hoy, todo Honduras llora a un grande de la música.
Guillermo Anderson caminando por la playa de Corozal el pasado 8 de abril de 2016 mientras luchaba contra el cáncer de tiroides.
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Guillermo además de ofrecer conciertos en Estados Unidos, Rusia, España, Japón y otros países, de ser un cantautor enamorado de la guitarra, era un animoso ambientalista que se mantuvo comprometido con la naturaleza hasta el ocaso de su vida
Elías Canahuati, cuñado, amigo y médico de cabecera, es testigo de su misión ambientalista. En sus últimos días llevó al artista a esos parajes mientras se hallaba distante de los escenarios del espectáculo. “Él nos pidió que lo lleváramos y lo acompañáramos a ver el Estero, Pico Bonito, Cangrejal. Él disfrutaba mucho. Él vivió frente al Estero y lo defendió para que se mantenga como centro de vida silvestre”, relató Canahuati.
En Funerales San José, mientras el féretro de Anderson reposaba antes de recibir sepultura, en la sala se escuchaba su música que, con su letra, evocaba la historia de los patos migratorios que llegan al Estero procedentes de Canadá.
Amistades y familiares le expresaron su cariño a Guillermo Anderson con decenas de arreglos florales que colocaron sobre y en los alrededores del féretro junto al cual también se encontraban la guitarra y el rosario, dos elementos indispensables en las giras artísticas que realizó por todos los continentes. Fotos: Franklyn Muñoz.
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En la sala fúnebre se encontraba Marlen Sánchez, una regidora municipal, quien al enterarse de que Anderson se encontraba mal de salud decidió presentarle a la Corporación una propuesta para que lo declarara hijo predilecto de La Ceiba.
“La Ceiba tiene una gran deuda con Guillermo. No solo era un artista, era un ambientalista defensor de la naturaleza del país. Nosotros queríamos declararlo hijo predilecto, pero él, que era una persona humilde, nos pidió que lo dejáramos para otro momento”, contó.
Frente al féretro, en una conversación en silencio, Javier Monthiel, otro artista hondureño, se despedía de su amigo, con quien compartió escenario en muchas ocasiones.
“A lo largo de 25 años compartimos momentos especiales, dentro y fuera de Honduras. Yo admiré la capacidad de él, por su letra y por su música. Guillermo era una persona tenaz, perseverante y amante del arte”.
Músicos hondureños le rindieron un homenaje musical a Guillermo Anderson.
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El novelista Julio Escoto, uno de los literatos más renombrados de Centroamérica, viajó de San Pedro Sula para expresar las condolencias y hacer compañía a su amigo.
“Se nos ha ido un hombre extraordinario. Se puede ver desde dos puntos: desde la pérdida y desde la ganancia histórica. Ya no lo vamos a volver a ver, pero deja un ejemplo a la juventud hondureña”, expresó en una entrevista con LA PRENSA. Sus colegas artistas, Oneyda de América, Polache, Marcos Chávez y otros cantantes y amigos recordaban las vivivencias y enseñanzas.
“Guillermo Anderson era amigo de todos, a ninguna persona le cerró las puertas. Él me apoyó. Guillermo se nos fue, pero está cantando en el cielo”, dijo Chávez, conocido como el Cantautor de la montaña .
La vela del cuerpo sin vida de Anderson se dilató más de 36 horas porque su hermano Patrick Anderson tuvo que viajar desde Chicago, Estados Unidos. Patrick, quien durante tres años formó parte del grupo musical de su hermano al frente de la batería, estuvo en La Ceiba la semana anterior y se marchó a Estados Unidos el miércoles y el sábado recibió la infausta noticia. “Estuve tres años tocando a full time con Guillermo. Fueron los tiempos más lindos de mi vida. Participé en la producción del primer CD. Fuimos a Centroamérica, Taiwán, Holanda, España, fuimos a todo el mundo”, recordó.
Esta mañana, probablemente dentro de una embarcación, los familiares y amistades, le darán un paseo a Anderson por la ciudad de la cual siempre estuvo enamorado.