En la guerra de Irak, durante la ocupación de Estados Unidos (entre 2004 y 2009), murieron cruzados por las balas 66,081 civiles; en Honduras, un país que no ha estado sumergido en un conflicto bélico, 37,440 personas perdieron la vida entre 2010 y 2015.
La cantidad de víctimas en Honduras equivale al 57% de los civiles muertos registrados en ese país oriental en un período de seis años. Aunque no ha sido el campo de una guerra convencional, entre ejércitos visibles, este país vivió en los últimos años un conflicto detonado por carteles de la droga, maras y delincuentes comunes coludidos con policías, militares y políticos corruptos.
En 2016, Honduras se encuentra en un escenario con menos violencia luego que el Gobierno, con el apoyo de Estados Unidos, desarticulara parte de los carteles de la droga y desmantelara ciertas estructuras de las maras en los últimos dos años.
En 2011, murieron 7,101 personas de manera violenta. En 2015, la suma bajó a 5,092, 27% menos, un porcentaje alcanzado tras lograr una reducción de 384 homicidios anualmente en el transcurso de cinco años.
Si el Gobierno mantiene el ritmo y continúa ejecutando acciones similares contra las organizaciones criminales, considerando el comportamiento de las estadísticas, en 2020, Honduras tendría una tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes de 37, una cifra menos dramática, pero distante del promedio mundial.
Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), el promedio mundial es de 6.2 homicidios por cada 100,000 habitantes. Hay alrededor de 100 países que se encuentran por debajo de esa cifra, entre ellos Chile (tres homicidios por cada 100,000 habitantes).
Amado Philip de Andrés, representante de Unodc en Centroamérica, dijo a LA PRENSA desde Panamá, por medio de un correo electrónico, que él y esa organización son “testigos de los grandes esfuerzos realizados por el Estado hondureño para reducir la violencia en el país y el impacto que la misma tiene en la vida diaria de sus habitantes”.
“La violencia sigue planteando serios y complejos desafíos para Honduras, y en este sentido es clave seguir trabajando en la prevención de la misma, así, también en blindar a las instituciones públicas contra los efectos de la corrupción, para que el progreso alcanzado sea cada vez mayor y no sufra interrupciones”, dijo Andrés.
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El futuro
Desde el punto de vista de Strategic Forecasting (StratFor), firma estadounidense dedicada a los servicios de inteligencia, los Gobiernos de Honduras, El Salvador y Guatemala deben hacer un mayor esfuerzo para combatir el crimen, particularmente contra las organizaciones conocidas como maras y, consecuentemente, mermar en una mayor proporción la tasa de homicidios.
Esa firma privada no vaticina a corto plazo un futuro prometedor. Advierte que en el triángulo del norte “el problema de las poderosas bandas del crimen organizado y la violencia que les acompaña continuarán”.
Esa firma, en un análisis realizado sobre la situación de El Salvador, plantea que los Gobiernos deben atacar la corrupción para alcanzar la estabilidad. La fundación InSight Crime coincide con Unodc y con StratFor.
En un análisis publicado días atrás reconoce que “a pesar de algunos avances y retrocesos preocupantes, el país está en un camino más prometedor que el de hace dos años”.
Destaca que en enero de 2014, “Honduras era la principal escala de los cargamentos internacionales de la droga, y los grupos criminales transnacionales controlaban la mayor parte del producto (o quizá todo).
En ese entonces, el 87% de los aviones cargados de drogas provenientes de Suramérica pasaba por Honduras”.
Con los golpes asestados a los carteles y las extradiciones de sus líderes a Estados Unidos, explica InSight Crime, el Gobierno de Juan Orlando Hernández ha logrado resquebrajar las redes del narco y llevar a Honduras del primero al quinto lugar en el tránsito de cocaína.
InSight Crime aplaude la lucha frontal Gobierno mantienen contra los carteles de la droga; pero no ve con buenos ojos la lentitud que muestra cuando debe ejecutar acciones contra los poderosos.
Las autoridades hondureñas no deben esperar grandes avances en la lucha contra las redes del crimen, advierte, ?mientras no comiencen a atacar a los individuos poderosos que desde las sombras están permitiendo y facilitando las actividades criminales”. “Mientras las élites corruptas continúen delinquiendo a plena vista, es poco probable que se dé un cambio fundamental en la dinámica general del hampa hondureña”, dice.