Tres oficiales y dos policías de la escala básica fueron eliminados por la misma banda criminal que en 2009 y 2011 efectuó los asesinatos contra Julián Arístides González, zar antidrogas, y Alfredo Landaverde, analista de Seguridad.
Cuatro de los asesinatos tuvieron el mismo patrón: hombres encapuchados les dieron seguimiento, los interceptaron y atacaron acabando con sus vidas. Mientras que la muerte de una de las víctimas se manejó como suicidio.
De los cinco fallecidos, revela un informe policial que fue entregado a Inspectoría de la Policía Nacional, tres eran parte de la estructura criminal involucrada en las dos muertes de alto impacto y dos colaboraron con las investigaciones para esclarecer los asesinatos contra el general Arístides González.
Ninguno de los casos fue investigado, las muertes de los cinco elementos policiales quedaron en total impunidad, revelaron compañeros de las víctimas.
Las muertes
La cadena de muertes inició con Roney Iván Alvarado González (34), un policía motorizado de Tránsito asignado en Tegucigalpa. Él fue asesinado el 21 de septiembre de 2010, mientras que el agente Gherluis Ronherick Salgado Espinal (27), fue acribillado el 12 de mayo de 2011, ambos en Tegucigalpa.
El 15 de enero de 2013, el subcomisionado German Fernando Reyes Flores (50) fue interceptado cuando iba por la colonia Loarque en su camioneta Prado color gris, le dispararon quitándole la vida al instante.
Mientras que en 2014, la banda de sicarios, que según el informe policial operaba en Casamata, acabó con la vida de dos oficiales de la Policía.
Uno era el subcomisario Dorian Sobalvarro Bueso (35), acribillado en el bulevar de las Fuerzas Armadas, cerca de la Dirección Nacional de Tránsito (DNT), la noche del 2 de abril. Con él viajaba el inspector Rossel Armando Nájera Hernández (33), ambos estaban suspendidos de la institución policial.
Y el 5 de noviembre, la muerte del inspector Jorge Castro Duarte (46) sorprendió a sus compañeros.
Era un técnico del proyecto Ciudades Inteligentes, el que según revela el informe, fue quien entregó el video del asesinato de Julián Arístides González a los investigadores y eso le originó la muerte. Las autoridades manejaron su deceso como suicidio.
Además del clase III Constantino Rigoberto González Martínez, que en el informe de los investigadores se menciona como uno de los que supuestamente llevaron los maletines de dólares para el pago del asesinato, pereció violentamente en La Ceiba, cuando estrelló su carro en un árbol, luego de ser tiroteado. El hecho ocurrió el 21 de julio de 2011.
Quemó a los jefes
El subcomisionado Reyes Flores se convirtió en un testigo clave para que se descubriera la supuesta participación de altos jefes de la Policía Nacional en el asesinato del zar antidrogas, Julián Arístides González.
El oficial estaba suspendido al momento de su muerte y pese a que el informe en poder de la Policía señala que fue parte del grupo de oficiales que estuvo en la reunión de planificación del general, nunca estuvo de acuerdo.
Entonces, Reyes decidió colaborar y guió a los investigadores hacia los videos que identifican a los autores intelectuales y materiales del crimen. El oficial manifestó a los investigadores de inteligencia policial, quienes planificaron y efectuaron el asesinato. Pese a que los agentes actuaron con rapidez, los elementos de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC) fueron menos diligentes, citándolo hasta el 31 de enero de 2010 a las 4:00 pm.