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25 policías participaron en asesinato de Julián Arístides

  • 05 abril 2016 /

Tegucigalpa, Honduras.

Al zar antidrogas hondureño lo mandaron a matar desde la Policía Nacional. El retrato hablado de uno de los sicarios que asesinó al general Julián Arístides González Irías, el 8 de diciembre de 2009, es el enlace que vincula a 25 policías, entre agentes y oficiales, con su muerte.

Esa lapidaria conclusión aparece en un informe confidencial que ha permanecido engavetado y del que nadie se ha atrevido a hablar pese a que identifica a oficiales de alto rango que siguen ocupando posiciones en el engranaje policial.

El informe confidencial, al que tuvo acceso LA PRENSA, señala que en el crimen del general González participaron agentes de Tránsito que tenían la misión de dar vía en la ruta del entonces titular de la Dirección Nacional de Lucha contra el Narcotráfico (DLCN).

González fue acribillado en el céntrico barrio Guanacaste de Tegucigalpa por individuos que se conducían en dos motos, una blanca y la otra azul.

Al momento de su asesinato, González venía de dejar a su hija de un colegio cercano a la zona de El Hatillo, en el norte de la capital hondureña.

Era el mismo recorrido que hacía todos los días desde hacía muchos años, según declaraciones conocidas en las primeras indagaciones del hecho.

González no se hacía acompañar de guardaespaldas y esa mañana del 8 de diciembre del 2009 fue interceptado por dos sicarios en motos, tapados con pasamontañas. Eran dos hermanos, según el informe confidencial hasta ahora conocido.

Foto: La Prensa

Varios casquillos de arma calibre 9 milímetros fueron contados en la escena del crimen. Arístides González conducía la camioneta y no llevaba guardaespaldas.
El informe

“Participaron unos 25 elementos en el operativo a JAGI (Julián Arístides González Irías)” dice el informe con la primera investigación. De ellos, varios eran policías de Tránsito asignados al escuadrón de la colonia Kennedy, quienes ejecutaron la operación por instrucciones de un comisario de policía en ese entonces, quien fue ascendido a subcomisionado el año pasado.

El objetivo de los policías era instalar retenes, varios operativos en el corredor para dar vía en los accesos cercanos al barrio Guanacaste, lugar adonde planificaron cometer el crimen, refiere el informe. Pero en realidad lo que buscaban era asegurar que el plan para el asesinato del general González fuera perfecto.

Asignaron a dos policías motorizados, quienes en dos motocicletas propiedad de la Policía Nacional interceptaron al exdirector de la DLCN y lo acribillaron.

Fue una misión muy bien planificada en la que participaron altos oficiales de la Policía, los que después de días de seguimiento definieron el punto del ataque y consideraron el momento en el que Arístides González estaba más vulnerable.

“En el operativo participaron además cuatro carros: un gris, un verde y dos Prado”, que según el informe, eran propiedad de un comisario, asesinado en el 2012 en Tegucigalpa.

Cada carro tenía un rol que cumplir en la operación. El gris actuó de seguidor de los motorizados y el verde iba de “bandera” para alertar si el plan no se ejecutaba conforme lo planificado.

De las dos camionetas Prado, el informe no determina cuál fue su papel durante el asesinato.

El informe también revela cómo un subcomisario en ese entonces de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC) fue quien tras asesinar al zar antidrogas sustrajo la computadora que este llevaba en su vehículo.

Foto: La Prensa



La estructura

Entre la estructura que se conformó para cegar la vida del jefe antidrogas, el informe señala que estaban los que planificaron el hecho, los que daban seguimiento e incluso los que investigaron y se quedaron en silencio. Era un grupo conformado por 15 miembros de la escala básica y 10 altos oficiales.

Ese informe, que revela lo ocurrido el 8 de diciembre de 2009, llegó a la Inspectoría de la Policía a inicios de 2010 y seis años después no se conocen las acciones que se tomaron en el caso. Lo cierto es que el crimen del general en retiro sigue impune.

El expediente investigativo duerme el sueño de los justos en un archivo de esa dependencia policial, sin que ninguna autoridad le dé seguimiento. No hay ninguna persona acusada o detenida vinculada en esta muerte.

Foto: La Prensa

Allanamientos se originaron producto de investigaciones que develaban el operar de narcotraficantes hondureños, guatemaltecos y mexicanos coludidos con algunos policías.
En la mira

Las operaciones desarrolladas en La Mosquitia, los allanamientos continuos, el rechazo a dádivas que le ofrecían los abogados del narco, pusieron a Julián Arístides González en el ojo de la criminalidad organizada y lo colocaron como un blanco a eliminar.

“El general se frustraba porque no encontraba a veces pruebas para acreditar delitos a varias estructuras. Una vez en La Mosquitia les dijo que su lucha iba a continuar y que no desmayaría hasta neutralizar las operaciones del narco. Otra vez, le mandaron un abogado con una cantidad de dinero e incluso mujeres y recuerdo que eso le molestó mucho y solo respondió que pronto los iba a capturar”, narró uno de los investigadores de la DLCN.

Quienes conocieron y trabajaron con el asesinado general Arístides González aseguran que desde que llegó a desempeñar el cargo en la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico, en 2003, se mostró entregado, apasionado por su trabajo y se interesó por aprender más en el campo investigativo.

“Llegó a decir que se sentía detective e investigó casos. Estuvo al frente del caso de los mexicanos, de las pistas que se descubrieron en Naco. Siempre pensó en la captura de grandes capos, pero se quejaba del poco apoyo, apenas eran setenta agentes y eso lo frustraba”, relató uno de los agentes.

González fue conocido como el Tieso, un apodo que se ganó por su carácter rudo, imponente y duro. Sus subalternos lo recuerdan como alguien reservado en su vida personal, muy estricto, pero que mostró un aprecio por la DLCN. Quiso marcar la diferencia en su gestión, luchar contra la corrupción y murió cuando empezó a tocar los tentáculos del narcotráfico.