San Pedro Sula, Honduras.
Digno ejemplo de #Sacalobueno es la pequeña Delía María Pineda Paz (de 13 años), quien pese a haber nacido sin visión no ha dejado que la vida la derrote, y está alcanzando sus sueños.
“Nunca he podido ver, pero no vivo en la oscuridad. El piano, la música y lo que eso me hace sentir llenan de luz mi vida y me hacen feliz”, relató Delia.
A pesar de su edad, la niña realiza más actividades que el adolescente promedio.
“Estoy en quinto grado en el centro básico José Trinidad Cabañas.
El año pasado me dieron una medalla por mis buenas notas. Los jueves voy toda la mañana al centro de inclusión San Juan Bosco a recibir clases de braille y los lunes y miércoles voy a una academia de música por las tardes. No sé cómo viviría sin la música. Mi papá me ha descrito cómo es el piano, pero yo me lo imagino como algo hermoso”, dijo Pineda les envió un conmovedor mensaje a los niños que como ella tienen alguna discapacidad física:
“Tienen que luchar, tener una discapacidad no significa que me voy a dejar vencer, no es fácil, pero tenemos que hacernos valer para que nadie nos haga sentir menos, todos somos y valemos igual”.
A los 10 años, Delia ya tocaba el piano y podía cantar motivada por su familia.
“Cuando estoy tocando me gusta pensar que estoy frente a mucha gente que está escuchándome, me dirijo con los dedos y así he aprendido a conocer las teclas”.
Geovanny Goff, maestro de braille, expresó que su alumna es una niña con muchas cualidades.
“Todos los discapacitados desarrollamos unos sentidos más que otros y ella es de ese grupo que tiene habilidades musicales, es una niña aplicada y con mucho futuro”, indicó.
Digno ejemplo de #Sacalobueno es la pequeña Delía María Pineda Paz (de 13 años), quien pese a haber nacido sin visión no ha dejado que la vida la derrote, y está alcanzando sus sueños.
“Nunca he podido ver, pero no vivo en la oscuridad. El piano, la música y lo que eso me hace sentir llenan de luz mi vida y me hacen feliz”, relató Delia.
A pesar de su edad, la niña realiza más actividades que el adolescente promedio.
“Estoy en quinto grado en el centro básico José Trinidad Cabañas.
El año pasado me dieron una medalla por mis buenas notas. Los jueves voy toda la mañana al centro de inclusión San Juan Bosco a recibir clases de braille y los lunes y miércoles voy a una academia de música por las tardes. No sé cómo viviría sin la música. Mi papá me ha descrito cómo es el piano, pero yo me lo imagino como algo hermoso”, dijo Pineda les envió un conmovedor mensaje a los niños que como ella tienen alguna discapacidad física:
“Tienen que luchar, tener una discapacidad no significa que me voy a dejar vencer, no es fácil, pero tenemos que hacernos valer para que nadie nos haga sentir menos, todos somos y valemos igual”.
A los 10 años, Delia ya tocaba el piano y podía cantar motivada por su familia.
“Cuando estoy tocando me gusta pensar que estoy frente a mucha gente que está escuchándome, me dirijo con los dedos y así he aprendido a conocer las teclas”.
Geovanny Goff, maestro de braille, expresó que su alumna es una niña con muchas cualidades.
“Todos los discapacitados desarrollamos unos sentidos más que otros y ella es de ese grupo que tiene habilidades musicales, es una niña aplicada y con mucho futuro”, indicó.
¡Sacá lo bueno!
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