San Pedro Sula, Honduras.
Aunque no recibe ni un centavo por su labor como maestra en el Jardín Semillas del Saber, Mélida de Morales, cada día hace con mayor pasión su trabajo.
Su amor por la niñez la llevó a formarse como educadora voluntaria del nivel preescolar a través de un programa presidencial que inició en el gobierno del expresidente Ricardo Maduro.
Luego de ser capacitada, inició su labor en el año 2005 en los predios del Centro de Educación Básica Alan Edgardo Alanís Lagos y hasta el momento cerca de 300 infantes han recibido las bases de su educación con la “Profe”, como cariñosamente le llaman los escolares.
En un principio no fue fácil establecerse. Tuvo que dar clases a la intemperie, pero las dificultades nunca significaron un límite que frenara su vocación como educadora.
“Comencé dando clases bajo los árboles y en los pasillos. Hago esta labor como voluntaria para dar una retribución a Dios y a la vida, por lo que me han dado. Vi que había una necesidad y me dispuse”.
En 2011, tras solicitar durante años un espacio a las Municipalidad, el sueño se hizo realidad con la construcción de un aula; sin embargo, tras un conflicto reciente con las autoridades de la escuela fueron trasladados a una pequeña aula adonde funcionaba la sala de profesores.
El amor la trajo desde Escuintla, Guatemala, a la capital industrial y nunca se imaginó que la labor de su vida sería como docente de cientos de pequeños sampedranos.
“Allá en Escuintla conocí al hondureño Julio Alberto Morales, quien me conquistó. Nos casamos y luego nos venimos a vivir a Honduras. Llegué al país en 1975”, relató entre risas.
El fruto de su matrimonio fueron 11 hijos, quienes le ayudan económicamente, además de su esposo, por lo que trabajar gratis no es ningún problema que supere su gran corazón.
De los 15 nietos que Mélida tiene, tres pasaron por el kínder Semillas del Saber.
La maestra asegura que muchos de los niños que han pasado por sus aulas llegan regularmente a visitarla, aunque ya estén en el nivel medio.
Algunas de las madres de familia del kínder se quedan durante las clases para observar la educación que la profe les da a sus vástagos y están satisfechas con lo visto.
“Ella es una gran maestra y da conocimientos necesarios a los niños”, expresó Claudia Tábora.
“Ella ha dado mucho mediante su labor voluntaria”, refirió Angie Amaya.
Aunque no recibe ni un centavo por su labor como maestra en el Jardín Semillas del Saber, Mélida de Morales, cada día hace con mayor pasión su trabajo.
Su amor por la niñez la llevó a formarse como educadora voluntaria del nivel preescolar a través de un programa presidencial que inició en el gobierno del expresidente Ricardo Maduro.
Luego de ser capacitada, inició su labor en el año 2005 en los predios del Centro de Educación Básica Alan Edgardo Alanís Lagos y hasta el momento cerca de 300 infantes han recibido las bases de su educación con la “Profe”, como cariñosamente le llaman los escolares.
En un principio no fue fácil establecerse. Tuvo que dar clases a la intemperie, pero las dificultades nunca significaron un límite que frenara su vocación como educadora.
“Comencé dando clases bajo los árboles y en los pasillos. Hago esta labor como voluntaria para dar una retribución a Dios y a la vida, por lo que me han dado. Vi que había una necesidad y me dispuse”.
En 2011, tras solicitar durante años un espacio a las Municipalidad, el sueño se hizo realidad con la construcción de un aula; sin embargo, tras un conflicto reciente con las autoridades de la escuela fueron trasladados a una pequeña aula adonde funcionaba la sala de profesores.
El amor la trajo desde Escuintla, Guatemala, a la capital industrial y nunca se imaginó que la labor de su vida sería como docente de cientos de pequeños sampedranos.
“Allá en Escuintla conocí al hondureño Julio Alberto Morales, quien me conquistó. Nos casamos y luego nos venimos a vivir a Honduras. Llegué al país en 1975”, relató entre risas.
El fruto de su matrimonio fueron 11 hijos, quienes le ayudan económicamente, además de su esposo, por lo que trabajar gratis no es ningún problema que supere su gran corazón.
De los 15 nietos que Mélida tiene, tres pasaron por el kínder Semillas del Saber.
La maestra asegura que muchos de los niños que han pasado por sus aulas llegan regularmente a visitarla, aunque ya estén en el nivel medio.
Algunas de las madres de familia del kínder se quedan durante las clases para observar la educación que la profe les da a sus vástagos y están satisfechas con lo visto.
“Ella es una gran maestra y da conocimientos necesarios a los niños”, expresó Claudia Tábora.
“Ella ha dado mucho mediante su labor voluntaria”, refirió Angie Amaya.
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