San Pedro Sula, Honduras.
La alegría y deseos de salir adelante se observa en los maestros y alumnos de la escuela Luis Braille, donde cada año enseñan a 200 personas no videntes a conducirse y a descubrir sus habilidades para enfrentar la vida de la mejor manera.
Desde su creación, en 1987, la escuela de rehabilitación se convirtió en una luz en las tinieblas para miles de niños y jóvenes que se enfrentan a retos especiales y que sin costo alguno son atendidos por todo el personal que labora en la organización que todos los días #Sacalobueno.
La formación que les ofrecen va desde el desarrollo de habilidades domésticas y técnicas, además de enseñarles a leer el sistema braille, así como a movilizarse en las calles. “Aquí les enseñamos a ser independientes. La mayor satisfacción que tenemos es ver cómo muchos de los estudiantes que pasan por nuestra escuela se gradúan de los colegios y algunos hasta de la universidad, creo que esa es la mejor recompensa que nos pueden dar”, dice Rubén Vásquez, director del centro.
Rubén, al igual que las personas que acuden a la institución, padece ceguera debido a una capa blanca que desde los 16 años le impide mirar, mas no sonreír por las bondades, que según él, regala todos los días la vida.
Tanto para todos los beneficiados como para sus familiares, la fundación es el lazarillo que los guía con amor y bondad.
“ La escuela es una casa para mi hija, viene aquí desde que tiene dos años y ahora ya cumplió 12 y continúa viniendo. No tengo palabras para agradecer todo lo que por ella han hecho en este lugar porque le han cambiado la vida”, expresó con nostalgia Élida Rivera, madre de Keilyn Álvarez, una de las niñas apoyadas por la organización.
La alegría y deseos de salir adelante se observa en los maestros y alumnos de la escuela Luis Braille, donde cada año enseñan a 200 personas no videntes a conducirse y a descubrir sus habilidades para enfrentar la vida de la mejor manera.
Desde su creación, en 1987, la escuela de rehabilitación se convirtió en una luz en las tinieblas para miles de niños y jóvenes que se enfrentan a retos especiales y que sin costo alguno son atendidos por todo el personal que labora en la organización que todos los días #Sacalobueno.
La formación que les ofrecen va desde el desarrollo de habilidades domésticas y técnicas, además de enseñarles a leer el sistema braille, así como a movilizarse en las calles. “Aquí les enseñamos a ser independientes. La mayor satisfacción que tenemos es ver cómo muchos de los estudiantes que pasan por nuestra escuela se gradúan de los colegios y algunos hasta de la universidad, creo que esa es la mejor recompensa que nos pueden dar”, dice Rubén Vásquez, director del centro.
Rubén, al igual que las personas que acuden a la institución, padece ceguera debido a una capa blanca que desde los 16 años le impide mirar, mas no sonreír por las bondades, que según él, regala todos los días la vida.
Tanto para todos los beneficiados como para sus familiares, la fundación es el lazarillo que los guía con amor y bondad.
“ La escuela es una casa para mi hija, viene aquí desde que tiene dos años y ahora ya cumplió 12 y continúa viniendo. No tengo palabras para agradecer todo lo que por ella han hecho en este lugar porque le han cambiado la vida”, expresó con nostalgia Élida Rivera, madre de Keilyn Álvarez, una de las niñas apoyadas por la organización.
¡Sacá lo bueno!
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