El ataque agresivo del gorgojo descortezador Dendroctonus frontalis, está dejando montañas enteras desoladas. El panorama en el país es desalentador, aseguran expertos. Este es el segundo ataque masivo de la plaga que causó los primeros estragos entre 1962 y 1965.
El escenario que se perfila para Honduras es inimaginable. Son 16 departamentos afectados y 381 hectáreas de bosques las afectadas por la plaga que ya deja una pérdida de madera de 48 millones de metros cúbicos, unos 68 millones de pinos, que equivalen a 18 mil millones de lempiras.
A diario se calcula que mueren de 40,000 a 62,000 árboles, según el Colegio de Profesionales Forestales de Honduras (Colproforh). Las comunidades tienen temor por el desabastecimiento del agua y alertan que se podría generar una emigración masiva ante el panorama desolador que ya se ve en algunas regiones. A esto se suma la cantidad de incendios forestales que pueden darse en los próximos meses, los que podrían ser más en comparación con años anteriores.
“Lo más preocupante en el futuro cercano son los incendios forestales, porque se está quedando una gran cantidad de biomasa (madera) cortada en las zonas donde abate la plaga. El riesgo aumenta con los pronósticos meteorológicos que anuncian que al menos los siguientes tres meses van a ser muy secos o muy calientes, entonces lo más probable es que si no tomamos las medidas de protección vamos a tener incendios catastróficos”, explicó Juan Barrios, jefe de Control de Plagas Nacional del Instituto de Conservación Forestal (ICF).
Plaga agresiva. De 1962 a 1965, más de dos millones de hectáreas de bosque se vieron afectadas por el gorgojo descortezador. En 1964 se estimó que la plaga se extendía a razón de 150,000 hectáreas mensuales.
Ese fue el ataque más devastador, el siguiente brote que registra la historia empezó en 1982 en pinos regenerados naturalmente.
42% del bosque cuenta con cobertura de pino y pino mixto de 2,258,000 hectáreas.
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Ahora el gorgojo está afectando a 16 departamentos del país, donde uno de los más dañados por la plaga es Francisco Morazán, que contabiliza unos 400 brotes y en los últimos cuatro meses ha perdido cuatro mil hectáreas de bosque.
“El avance que estamos detectando con el análisis de las imágenes de satélite, más los reconocimientos terrestres que hacemos detecta que los brotes han disminuido, sin embargo, eso no nos debe confiar porque nos enfrentamos a mucha sequía y calor en un futuro muy cercano, y esas son las condiciones que aprovecha el gorgojo para reproducirse”, apuntó Barrios.
El gorgojo
Los ataques iniciales se dirigen hacia árboles debilitados, los que la hembra escoge para poner los huevos a lo largo de galerías en forma de “S”, que construyen en la parte interior de la corteza y tronco de los árboles. Las larvas se alimentan de esa corteza interior. Terminado su desarrollo, los insectos adultos se abren paso a través de la corteza y vuelan en busca de nuevos árboles para atacarlos.
Aunque los gorgojos no perforan la madera, sí introducen en ella un hongo azulado que penetra en el tronco, reduciendo drásticamente el valor comercial de la madera, porque poco a poco matan los árboles sanos. Una vez que inician el ataque contra el tronco del árbol, los insectos segregan un conjunto de feromonas que atraen a ambos sexos. Miles de gorgojos adultos responden a estas feromonas y olores de resina, y su ataque concentrado desborda el sistema defensivo de producción de resina del árbol. Esa situación permite que la plaga se extienda rápidamente y eleve la mortalidad de los árboles. “Se pierden cantidades impresionantes de árboles.
Hay dudas de cuántas clases de gorgojos Dendroctonus frontalis hay, pero asociados hay otras especies. Se han identificado siete especies pero no hay claridad si lo que tenemos es un ataque del Frontalis puro o es asociado” dijo Gustavo Centeno, Presidente del Colproforh.
Condiciones. Las manifestaciones extremas con el fenómeno El Niño, provocan variaciones climáticas que en el 2014 y 2015 alcanzaron los registros más altos en cuanto a sequías prolongadas y altas temperaturas que provocaron el estrés hídrico en los árboles y favoreció la propagación de la plaga.
“Cuando un árbol llega a la fase tres, los gorgojos se han multiplicado. Hacen de 10 a 15 agujeros de salida por pulgada cuadrada. En un árbol de 20 metros y 40 centímetros, podríamos tener 400 mil insectos saliendo de cada árbol”, explicó Óscar Leverón de la Escuela Nacional de Ciencias Forestales (Esnacifor).
“Gorgojo, el enemigo natural”
Estamos ante un enemigo natural llamado gorgojo descortezador, el que a finales del 2015 dañó un aproximado de 99,700 hectáreas de pino con pérdidas que se estiman en 1,400 millones de lempiras. Este ataque se ha evaluado como el segundo más severo de la historia.
En los años 60 habíamos tenido un ataque similar que dejó más de dos millones de hectáreas afectadas. Esto indica que no es una plaga nueva, que el gorgojo descortezador es un enemigo que conocíamos y del cual nos descuidamos, o mejor dicho, un enemigo que el Gobierno menospreció, pues en las décadas de los 80 y 90 nuestros técnicos forestales investigaban y daban seguimiento a las condiciones que le eran más favorables.
De no tomarse los correctivos de inmediato estaríamos enfrentándonos a un escenario inimaginable, que no estamos preparados para enfrentar.
La huella del gorgojo en Honduras
1962 - 1965
Impacto. Más de dos millones de hectáreas con un impacto de devastación de 150 mil hectáreas por mes, dejó la plaga del gorgojo en Honduras.
1982-1984
Daños. Fueron 8,500 hectáreas que a su paso dañó el gorgojo en un nuevo ataque que afectó ocho departamentos de Honduras.
1996-1998
Ley. La plaga afectó 45,000 hectáreas de bosques en Honduras, la situación generó la creación de un marco legal para regular el manejo de los bosques.
2000-2002
Efectos. 24 mil hectáreas dañadas por el debilitamiento de los pinos que fueron atacados por el gorgojo.
2003 - 2005
Manejo. Los incendios forestales y el cambio climático provocaron la pérdida de 21 mil hectáreas de bosque en cuatro departamentos de Honduras.
2013-2014
Fenómeno. El Niño y el estrés en los árboles de pino provocaron la pérdida de 14 mil hectáreas de bosque.