Rebelde por naturaleza, defensora de causas perdidas, con una probada conducta y poseedora de un recio carácter que tiene en jaque a los empresarios evasores del fisco, así es Miriam Estela Guzmán Bonilla, connotada abogada y actual titular de la Dirección Ejecutiva de Ingresos (DEI).
La funcionaria nos recibió en su despacho y en una relajada entrevista de una hora nos contó interioridades de su vida y de su paso por diversos e importantes cargos en la administración pública.
Nací en el municipio de Pimienta, Cortés, en el hogar formado por Juan Guzmán y Miriam Bonilla. Viví una infancia feliz rodeada de mis dos hermanos mayores.
De primero a quinto grado estudié en la escuela Miguel A. Cubero en Pimienta. De sexto hasta terminar la secundaria estudié en el instituto María Auxiliadora de San Pedro Sula. Mis estudios universitarios los hice en la Universidad Nacional; o sea que también soy producto de la educación superior pública.
(Ríe con picardía) Bueno, fue realmente una adolescencia feliz, con los conflictos propios de cualquier adolescente, rebelde quizá ante algunas decisiones paternas, por las picardías que como cualquier joven se pudieron haber cometido; pero en general fui buena, solo rebelde por naturaleza, y eso lo conservo en la actualidad.
¿A los cuantos años decide contraer matrimonio?
(Ríe a carcajadas) Tampoco, no, para nada. No sé, ahí otros calificarán.
Porque los dos primeros años de educación superior los hice en la Universidad Privada de San Pedro Sula y vi que iba a tener un mejor aprendizaje en la universidad pública, por ello decidí en el año 1988 venirme a Tegucigalpa, donde había muy buenos catedráticos en la escuela de Derecho, y consideré que era lo mejor para mi formación profesional.
Creo que a través del Derecho se puede hacer justicia, y porque quizá soy una defensora de causas perdidas, y esa carrera le permite a uno actuar en defensa de lo que uno considera que es correcto. En algún momento pensé ser ingeniera agrónoma; pero jamás he cuidado ni plantado nada, y obviamente iba a ser un fracaso.
Porque creo que cuando se nos da la oportunidad de asumir un reto en el cual se puede generar cambios y ser un agente de cambio se haría mal en no aceptarlo. Más de alguno me dijo que estaba loca por aceptar esta papa caliente.
Encontré una institución olvidada, abandonada y a la cual no se le había prestado el interés y la importancia que merece. Encontré una institución que había sido presa no solo de la política, sino de grupos económicos que fácilmente eran identificables al ver el nexo que mantenían los empleados con algún grupo económico en particular.
Esa no es una decisión que a mí me compete. En primer lugar, los designios de Dios dirán cuánto tiempo estaré acá. El Presidente de la República tiene la facultad para removerme en el momento que considere.
No, recordemos que todos los funcionarios públicos estamos siendo objeto de medición por resultados, y quizá él considera que medianamente hemos cumplido con las metas trazadas; pero el futuro es incierto, y en cuanto deje de cumplir los objetivos, el Presidente tiene la libertad de removerme.
Eh, pues lo conozco, tenemos mucho tiempo de conocernos; sin embargo, el más indicado para calificar si soy su amiga es él.
No, en lo absoluto, creo que más que terror lo que hemos querido trasladar es el hecho de que la ley está para respetarse y que no solo son letras que constan en un texto, sino que es el parámetro que nos permite vivir en sociedad y debe respetarse. A lo único a lo que debemos tenerle temor es a Dios y al imperio de la ley.
Como en cualquier otra actividad, aquí podemos encontrar gente buena y mala, así como hay abogados pícaros, hay buenos, así como hay periodistas pícaros, hay buenos. En la viña del Señor de todo hay.
(Ríe) Bueno, no creo que este trabajo permita ganar muchos amigos, y sería injusto decir que me he ganado enemigos, pues mi accionar únicamente ha estado apegado a la ley. Estoy clara que la labor que hemos hecho no le ha agradado a muchos; pero lo importante es tener la conciencia tranquila. Yo voy a mi casa y duermo con mi conciencia tranquila.
En lo absoluto. Nadie se ha atrevido a insinuármelo nunca. Quizá mi carácter refleja que no soy susceptible a ese tipo de situaciones, por eso nadie me ha ofrecido absolutamente nada.
Lo dijo
'Tengo carácter fuerte, pero No soy el ogro que pretenden hacer ver en mí, tampoco una mujer arbitraria y atropelladora'.