Polémico, audaz y creativo, así es el periodista Eduardo Napoleón Maldonado, quien se destaca a diario en su canal Hable Como Habla (HCH) desatando debates con la cobertura de la nota roja y su extrovertido equipo de trabajo.
Sus sencillos orígenes, la pasión por el periodismo, su experiencia en la política y la apertura para que sus televidentes hablen como hablan lo mantienen en la cima de las audiencias nacionales.
Provengo de Lamaní, Comayagua. Ahí estudié hasta quinto grado. Mi tía Delmi Maldonado era mi maestra, pero por críticas me mandaron a estudiar a la ciudad.
Gracias a Dios sí, no tuve problemas con eso. Era muy aplicado y me gustaba competir por mis notas. Estudié siempre en instituciones públicas hasta que me gané una beca para estudiar Magisterio.
Soy profesor de educación primaria. Me gradué a los 17 años. Hice mi servicio social alfabetizando a adultos. Me acuerdo que me pagaban 40 lempiras mensuales.
Mi madre y mi tía me impulsaron. Ingresé a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en 1981. Mientras estudiaba Periodismo, trabajé un tiempo en la Secretaría de Prensa del expresidente Roberto Suazo Córdova.
Fui a hacer una prueba a diario El Heraldo y me quedé trabajando más de una década. Ahí inicié mi carrera periodística y lo agradezco porque ahí me formé. Caminé mucho reporteando.
Mi etapa en prensa escrita culminó y me fui a trabajar a Radio América, y estuve más de una década también. Llegué a ser subcoordinador de prensa. Estuve en el programa “Interpretando la noticia” y luego incursioné en la televisión.
Como programa, rentando espacios en varias cadenas de televisión y el costo aumentaba.
No me quejo de mi carrera. Nunca claudiqué y siempre creí en que iba a salir adelante. Comencé comprando equipo, cámaras, consolas y pequeñas islas de edición.
Solicité la frecuencia para el canal y me la negaron varias veces. Fue hasta el gobierno de Porfirio Lobo que me aconsejaron lanzar el canal vía satélite. Tuve temor, pero me arriesgué y lancé la señal. Todas las compañías de cable comenzaron a bajar la señal. Ahora ya tenemos asignada la frecuencia: es canal 40.
Hemos llegado hasta donde estamos porque soy periodista. Me levanto muy temprano y me acuesto muy tarde pendiente de que el canal esté bien, que no haya errores y que la cobertura noticiosa esté al momento.
Sí, ya somos 107 empleados en esta empresa. Quizá no tenemos un gran edificio, pero en tecnología vamos adelante. Todo el personal es parte de esta empresa, trabajamos sin horario, sin importar dónde haya que ir. Nuestro objetivo es informar.
Nos hemos apartado del sesgo político, por eso nos denominamos como el canal del balance. Aunque pensemos diferente, hay cabida para todos.
Por la cabida que le damos a la opinión de la población. Eso siempre será así, además, el canal y el sistema de denuncias que manejamos los abrimos para quienes no tenían acceso.
La mayoría de los hondureños venimos de abajo, y para este sector hacemos radio y televisión. Es por eso que en cualquier lugar que vaya va a encontrar la señal de HCH.
Tenía tres años cuando mi mamá se separó de mi papá. No tuve papá, tengo una supermamá. Cuando salí de sexto grado, mi mamá me cambió el apellido. Antes me llama Eduardo Hill.
Se fue; ya falleció. Era un militar de origen salvadoreño. No tuve papá, pero tengo a mi mamá María Aracely y una tía que me han apoyado mucho.
La cuido mucho. Ha comenzado a padecer alzhéimer. Trabajo mucho, pero todos los viernes me voy a acompañarla. Tiene 75 años y mi deber es atenderla y cuidarla. Somos tres sus hijos: Carlos René, Julio y yo.
Tengo cinco hijos: Aracely, Ivania, Luis José, Estefany y Eduardo José. Con mi esposa Melissa tengo dos. A todos mis hijos los amo en igualdad de condiciones. La mayoría ya se está involucrando en el canal.
Soy una persona sensible, aunque no lo aparente. Soy comprensivo y solidario. Me desprendo de lo que tengo para darle a otro. Me gusta sorprender a las personas. Mi traje, los zapatos y el reloj que ando no me hacen flotar.
Tenía dos pares de zapatos: unos burros de suela y mis botas de hule para el invierno, las que también me servían para jugar pelota. Fui muy disciplinado.
Mi tía Minga me enseñó a hacerlo igual que el trabajo. Salía de la escuela y me iba a vender cajetillas (dulces). También vendía achinería en caja. Me gustó el comercio desde pequeño y ganar algo. Vendía pastillas Divina, Conmel, Aguacatina y Gillette en muchas aldeas cercanas a Lamaní. A veces canjeaba productos por huevos, gallinas y pan de casa.
No tuve muchas novias porque no tenía tiempo. No podía porque trabajaba todos los días.
La gente me ayuda a hacerlo, aunque tenemos encuestas que ratifican nuestra audiencia; pero la principal es la de la población.
Sí, porque a mí se me negó el espacio en medios por no tener experiencia. Yo no puedo hacer eso con mis compañeros.
Hay cabida para todos; por ejemplo, en este momento quisiera tener periodistas en investigación, el problema es que todos los buenos están ocupados.
Por eso el canal se llama Hable Como Habla. Somos muy tolerantes y lo que reflejamos es la realidad.