San Pedro Sula, Honduras.
Un promedio de 10 niñas dan a luz a diario en los hospitales públicos de la ciudad.
En lo que va del año, el hospital Mario Catarino Rivas reporta la atención de unos 1,352 partos de menores de edad de entre 10 y 19 años.
Las estadísticas revelan que al menos el 31% (419) de los casos de adolescentes embarazadas concluye en aborto.
Andrés Ochoa, ginecólogo obstetra del Instituto Hondureño de Seguridad Social, indica que la mayoría de abortos se debe a que no se lleva un control de gestación adecuado.
“A esa edad, los órganos reproductores femeninos no están preparados para albergar el embrión. Hay niñas que padecen enfermedades y lo desconocen. También influyen la mala alimentación y los altos niveles de estrés”.
Otra consecuencia de los embarazos precoces es el riesgo de la malformación de los recién nacidos, señala Elba Campos, jefa de pediatría en el Rivas.
Cada mes, en este hospital se registran de cuatro a seis nacimientos en los que el bebé presenta una discapacidad. Para Zaida Cáceres, coordinadora de los programas de prevención en adolescentes, las jóvenes madres buscan solventar la falta de atención que experimentan en el hogar con relaciones amorosas.
“En las historias de las niñas que atendemos hay incidencia en el siguiente contexto: en mi casa no me escuchan, fui a la calle y encontré un novio que lo hace”, lamentó Cáceres.
Respecto al año anterior, los embarazos adolescentes han tenido un aumento de 5%.
Un promedio de 10 niñas dan a luz a diario en los hospitales públicos de la ciudad.
En lo que va del año, el hospital Mario Catarino Rivas reporta la atención de unos 1,352 partos de menores de edad de entre 10 y 19 años.
Las estadísticas revelan que al menos el 31% (419) de los casos de adolescentes embarazadas concluye en aborto.
Andrés Ochoa, ginecólogo obstetra del Instituto Hondureño de Seguridad Social, indica que la mayoría de abortos se debe a que no se lleva un control de gestación adecuado.
“A esa edad, los órganos reproductores femeninos no están preparados para albergar el embrión. Hay niñas que padecen enfermedades y lo desconocen. También influyen la mala alimentación y los altos niveles de estrés”.
Otra consecuencia de los embarazos precoces es el riesgo de la malformación de los recién nacidos, señala Elba Campos, jefa de pediatría en el Rivas.
Cada mes, en este hospital se registran de cuatro a seis nacimientos en los que el bebé presenta una discapacidad. Para Zaida Cáceres, coordinadora de los programas de prevención en adolescentes, las jóvenes madres buscan solventar la falta de atención que experimentan en el hogar con relaciones amorosas.
“En las historias de las niñas que atendemos hay incidencia en el siguiente contexto: en mi casa no me escuchan, fui a la calle y encontré un novio que lo hace”, lamentó Cáceres.
Respecto al año anterior, los embarazos adolescentes han tenido un aumento de 5%.