25/12/2024
11:42 AM

A sus 89 años logró aprender a leer, sumar y restar

San Pedro Sula, Honduras.

Aunque sus gastados ojos café ya no logran abrirse por completo por las arrugas en sus párpados y sus manos no pueden moverse como cuando era un joven, producto de toda una vida trabajando la tierra en Santa Cruz de Yojoa, Demetrio Díaz Vásquez logró la hazaña de aprender a escribir y leer.

Por más de siete décadas vivió frustrado porque nunca sabía con exactitud si lo estafaban en una compra o lo ponían a firmar con su huella algo que podía perjudicarle. Ahora ha descubierto un mundo nuevo, como el mismo lo confiesa “he vuelto a vivir” a pesar que su físico le recuerda la realidad.

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La alegría en su añejo rostro es tan evidente que lo transmite fácilmente a cualquier joven que le rodea. Jamás imaginó que las nuevas generaciones se encargarían de abrirle la puerta del conocimiento que ignoró toda su vida a causa del interés de sus padres de ponerlo a trabajar desde temprana edad, como ocurre todavía en la actualidad en las zonas rurales de San Pedro Sula.

Díaz fue uno de los 600 afortunados adultos que fueron beneficiados con el programa de alfabetización en el Instituto Tecnológico de Administración de Empresas (Intae) durante 20 semanas desde marzo a septiembre de este año.

“Para mí ha sido una bendición haber sido alfabetizado en este colegio, me cambió la vida y quiero seguir estudiando mientras Diosito me permita seguir viviendo”, dijo con su temblorosa voz el varón oriundo de Intibucá.

Tras terminar su primer grado quedó fascinado y lamentó que solo los sábados y domingos se impartían las clases de alfabetización porque quería seguir aprendiendo más.

Foto: La Prensa



Oportunidad

Angie Yadira Cruz, la estudiante de último año de Computación del colegio sampedrano, recuerda la renuencia con que al inicio hizo el censo para conocer las personas que debía alfabetizar, pero con el pasar de las semanas tomó aprecio a su tarea, principalmente porque su alumno era este campesino residente en San Pedro Sula desde hace más de 10 años.

La futura profesional destaca el interés del veterano a pesar de sus 89 años de vida.

Asegura que uno de los privilegios más grandes que ha tenido en su vida es ver cómo este anciano pasó de aprender a dominar el lápiz a escribir su nombre. Todo era un mundo nuevo, siempre hacía preguntas y todo le daba curiosidad, recuerda la señorita.

“Fue un proceso indescriptible. Al inicio no creímos que iba a funcionar, pero en mi caso encontré a una persona tan interesada por aprender que me animó más y ver que por lo poco que yo le enseñé aprendió a escribir, me tocó el corazón”, comparte con un nudo en la garganta la joven sampedrana.

Cualidades

Don Demetrio se graduó de su año de alfabetización en el cuadro de honor y por su puntualidad y deseo de aprender es reconocido por la mayoría de jóvenes alfabetizadores.

Las mismas autoridades del Intae destacan el logro del octogenario alumno.

“Yo llego a mi casa y mi hija me felicita porque reconoce que la letra que hago es bien clarita. Se alegran que haya podido ver la luz en este camino”, dijo Díaz.

Por su meta alcanzada él agradece a Dios y su facilitadora, Angie, pues afirma que ella le tuvo paciencia para enseñarle a leer e incluso a sumar y restar, que era su sueño, pues tiene un negocio de lácteos y es un conocimiento básico que necesitaba para dirigirlo mejor.

La joven incluso le ayudó a hacer su propia firma.

“Ella me enseñó a escribirle cartas a mi novia”, expresó carcajeándose el señor.

Gracias al esfuerzo de 300 jóvenes del Intae muchos otros fueron alfabetizados, junto a Demetrio, y se graduaron el pasado 8 de septiembre.

Por su parte, Demetrio sigue afinando su letra en casa, con cuaderno en mano en su negocio de lácteos aprovecha el tiempo para sumar y restar y espera con ansias el próximo año para seguir aprendiendo.

Cientos de adultos llegaron a la clausura del programa de alfabetización en el Intae. Foto: Amílcar Izaguirre

Alfabetizados del Intae durante la clausura.