Antes de las cinco de la madrugada ya ha salido de su casa a trabajar. Tiene más de 18 años de trabajar como taxista y seis de haberse unido a una ruta de colectivos. Antes de llegar al punto de salida pasa por una gasolinera para cargar un poco el tanque de combustible y poder comenzar a llevar pasajeros.
En su cabeza giran y giran cuentas que jamás cuadran. Sus gastos son más grandes que sus ingresos.
Debe pagar las cuentas de los servicios básicos de su casa, las deudas en las pulperías del barrio, los gastos de colegio de sus hijos, las reparaciones que necesita su taxi, el combustible y también “el impuesto de guerra”.
Una víctima de la extorsión, a pesar de su inmenso temor, reveló a Diario LA PRENSA su historia, que es la misma de miles de taxistas, conductores de buses urbanos e interurbanos, rapiditos, mototaxis.
La misma que, al igual que el sector transporte, sufren también miles de hondureños que trabajan en otras áreas.
Cuando yo llegué al punto de colectivos ya pagaban. O sea que desde que empecé en esta ruta yo he tenido que pagar. Aquí nadie se puede poner a hacerse el duro diciendo que no va a pagar porque ya sabe que eso es fijo y los demás lo presionan a uno y tiene su razón, porque con uno que no pague se puede poner en riesgo a los demás.
Cuando yo llegué solo se le pagaba a una pandilla que está en parte de la ruta que nosotros cubrimos. Ya todos sabíamos desde que empezamos que eso estaba incluido. Le dábamos el dinero a uno de la ruta que era con el que ellos hacían contacto y él se los iba a dejar. Creo que se lo entregaba a una mujer en la colonia. No sé bien, porque solo él se encargaba de eso.
No es igual. O sea, siempre se paga, pero ahora mandan a traer el dinero. A veces llegan muchachos o muchachitas y otras una mujer. Además, ya no solo les pagamos a ellos. Después salió otra pandilla cobrándonos porque dijeron que también pasábamos por su barrio y que ni así tuviéramos acuerdo con los otros eso nos iba a salvar si no les pagábamos a ellos. Después de esos también nos empezaron a cobrar otros que ya ni están en ninguna parte de nuestra ruta, pero igual, nos dijeron que teníamos que pagar. Acababa de pasar un tiroteo a unos buses y dijeron que ellos habían sido y que lo mismo nos iba a pasar si nos poníamos con cuentos.
Mire de eso prefiero no hablar en específico, porque si sospechan que es uno que anduvo hablando con los medios nos puede ir mal. Solo le digo que uno ya no puede, casi solo ya se trabaja para pagar ese “impuesto de guerra”. Los últimos que llegaron a cobrarnos nos estaban poniendo bien alta la tarifa, pero les sacamos cuentas y vieron que ni queriendo les íbamos a poder pagar eso, pero no entienden razones. Le bajaron hasta que vieron que se salieron como cuatro compañeros de un solo, porque vieron que se iban a quedar sin nadie a quien cobrarle. En total, creo que entre todos pagamos más de 70,000 lempiras al mes.
Yo nunca he hablado con ellos, pero los compañeros a los que contactan nos dicen que si no pagamos les han dicho que van a venir al punto de colectivos a hacer una masacre.
Gracias a Dios no. Nunca, pero es que nosotros siempre pagamos. Aquí no queremos problemas. Lo material se recupera, pero ya si lo matan a uno se queda la familia sola y todo se acaba. Esa gente no se anda con juegos. Hemos visto cómo han matado a otros y han quemado buses y taxis y nadie quiere eso.
¿Y para dónde? Si todos pagan. Nosotros sabemos que eso no solo somos nosotros. Todos pagan y no solo colectivos. También los buses. Lo mismo da. Eso hasta que no cambien este país va a seguir, no se trata de estar en este punto o en aquel, si todos pagan. Lo mismo es.
Andar en taxi es lo que he hecho casi toda mi vida, así me gano el pan y de mi familia. Hace dos años me fui mojado a Estados Unidos, pero solo estuve cuatro meses y me regresaron. Más me quedó la deuda del viaje, porque saqué prestado para pagar coyote. Más me compliqué más bien. Si solo fuera de querer, ya estuviera haciendo otra cosa donde no corriera peligro, porque aquí uno anda además expuesto a que lo asalten. Pero no solo es de querer, es de poder y uno no tiene opción porque no me puedo dar el lujo de parar y empezar a buscar trabajo porque los gastos hay que tener con qué pagarlos todos los días, si no uno no come ni los hijos.
Pues uno no pregunta esas cosas, pero es que esto no es cosa de juego. Si sabemos que ha habido en otros puntos de colectivos o buses gente que agarraron porque descubrieron que a los propios compañeros les sacaban “impuesto de guerra” diciendo que lo llevaba a pandilleros, pero el que hace eso está maldito, no tiene perdón de Dios, porque bien sabe lo que a uno le cuesta ganarse el dinero. Igual, uno no se puede arriesgar a andar preguntando mucho, porque el que cobra “impuesto de guerra” tiene mucha gente infiltrada.
¿Cómo vamos a denunciar? Solo que queramos que nos maten. Mire si las autoridades no investigan es porque no quieren, porque bien saben que todos pagamos eso.