Incontables niños hondureños sufren en silencio cada día por ser víctimas de acoso escolar o bullying, cuyo mejor aliado es la indiferencia de maestros, directores y padres.
El abuso puede ser verbal, físico e incluso virtual y puede llegar a límites inimaginables para algunos.
Un menor de solo 12 años, tras mucho tiempo de sufrir acoso, tiene problemas de autoestima, depresión y falta de sueño, aunque con su madurez y nobleza sorprende a cualquiera al expresarse.
Desesperado tras sufrir distintos tipos de abusos, recurrió a contar su historia a LA PRENSA no solo con la esperanza de que mejore su situación, sino de iniciar el camino al fin del bullying en Honduras.
Cuando tenía siete años; por eso he estado en dos escuelas. En la primera me hacían bullying, pero aunque ahora estoy en otra, me pasa igual. En la primera escuela me ponían apodos, me insultaban y pegaban, hasta me arrinconaban en una esquina y me golpeaban. Había un profesor que los incitaba para que me siguieran molestando y golpeando. Le decía a los niños que si me hablaban, les quitaría puntos.
Sí, muchas veces. En general en clase. Era bullying, pero hecho por el profesor. Me insultaba y me decía que no llorara porque era verdad lo que decía (que es un niño con sobrepeso), pero me ofendía y por eso lloraba.
Sí. Me hacían ojitos, caritas y me tiraban besos. Después un niño mayor hasta me agarró y me quiso llevar al patio trasero de la escuela y quitarme los pantalones para hacer picardías, pero no me dejé.
No. Las autoridades de la escuela me querían fuera. Yo quería seguir, estaba enfocado en pasar el año y mi mamá me apoyaba, pero me discriminaron por mi déficit de atención. Me decían que debía ir a una escuela de niños con síndrome de Down.
Sí, me hacen videos y me ponen en bikini como si fuera una mujer o un homosexual.
Solo que me aleje, pero eso no es bueno porque ellos deberían saber lo que pasa en la escuela. No tienen que dejar que esas cosas pasen.
Sí. Dicen que prefieren perder un alumno, o sea a mí, que perder seis, que son los que me molestan, porque pagan más.
Sí. Una vez estábamos en el escenario porque yo iba a actuar en un teatro, pero antes de empezar fui al baño y cuando salí el profesor puso una banca y no me dejaba salir. Eso me asustó y me sentí muy incómodo.
Sí, una vez le quería preguntar algo de un tema y él no me ponía atención, entonces moví su mesa y él agarró una silla y la tiró con gran fuerza y me asusté. Me agarró de la costilla y del pie y me comenzó a balancear como si yo fuera un koala y me golpeé en la pared. Después me salí del aula llorando para echarme agua. Lloré como media hora y luego regresé al aula para sacar una tarjeta del Día de la Madre que le tenía a mi mamá con un corazón grande, rosas y frases, pero el profesor no me quería dejar en el aula. Traté de esquivarlo para ir por la carta a mi mamá y él me agarró y enseñó mi operación del apéndice porque se puso a hacerme cosquillas, pero yo no me estaba riendo, me estaba asfixiando, muriendo, porque no paraba y un niño con sobrepeso como yo se siente ahogado y asustado. Los demás compañeros se burlaban y se reían de mí. No tenían consideración.
Sí, una vez.
Sí. Me ha ayudado mucho, así como mi mamá, que siempre ha estado ahí cuando la necesito.
Si algún día les dicen que sus hijos hacen bullying, hablen con ellos para ver qué pasa y pedir la opinión de otros padres. Que no caigan en la violencia, pues eso no resuelve nada.
Que pongan muchos carteles que digan “no al bullying” o “stop bullying” y que si saben de casos, recurran a los padres, no a los alumnos porque lo negarán. Aunque si los padres no saben que su hijo hace bullying, es por culpa de los maestros que no les explican porque no tratan de averiguar nada.
Que no se dejen, pero no recurran a la violencia. Que le digan al maestro, pero si él no les ayuda, que recurran a sus padres, que no tengan pena de nada y les digan la verdad porque esto los podría salvar del acoso sexual y muchas cosas como evitar que les peguen. Si no se resuelve en las escuelas, que recurran a las autoridades y denuncien.
Que no hagan bullying porque no les gustaría ni a los padres que les hicieran eso a sus hijos. Los padres deberían hablar siempre con sus hijos unas dos horas. Leer un libro sobre la familia. No dejar que el bullying siga porque lo único que hace es afectar a otros, pues ningún ser humano vale más que otro. Todos valemos igual. Sueño que en Honduras no haya más bullying.