Un día como hoy se cumplen seis años del terremoto de 7.1 grados en la escala de Richter que sacudió Honduras en 2009, dejando al menos siete personas muertas y causando cuantiosos daños.
Fueron treinta segundos que parecieron eternos y que dejaron luto y devastación en el país. En la madrugada, cuando la mayoría de hondureños descansaba, el crujir de la tierra despertó a todos de golpe.
Algunos simplemente se quedaron en sus camas aguardando a que el movimiento, acompañado del sonido aterrador de tierra que se desliza, pasara.
Otros alcanzaron a levantarse para sentir en vivo los segundos en los que las paredes se mecieron, al igual que las puertas, la divisiones y las mesas de las casas.
Los más rápidos alcanzaron a salir de sus casas, incluso en ropa interior, para reunirse con los vecinos y comentar sobre el movimiento que daño algunas estructuras básicas del país como parte del muelle de la Empresa Nacional Portuaria en Puerto Cortés.
El pasar de los minutos dio paso a los primeros reportes de los organismos de socorro que poco a poco iban esbozando la real dimensión de la situación que, a pesar de todo, no fue tan grave si se compara en la actualidad con las causadas por otros movimientos de igual o menor magnitud en otras partes del mundo.
Además se reportaron cuantiosos daños materiales. Las autoridades del Comité Permanente de Contingencias, Copeco, contó unas 80 casas derrumbadas, tres puentes afectados y un hospital, 16 escuelas, ocho edificios públicos, dos hoteles, siete maquilas y nueve iglesias dañados.
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De acuerdo a expertos, fue la poca densidad poblacional y la dispersión de los asentamientos lo que ayudó a evitar muertes en las localidades más cercanas al centro del terremoto
¿Recuerdas esa madrugada? ¿Cómo te afectó?