Se apagó la voz del transporte de San Pedro Sula. El hombre aguerrido, polémico e incansable para trabajar fue callado ayer por las balas.
Carlos José Andonie Castellanos era el máximo representante de ese sector en la zona norte y eso le permitió ganar muchas luchas, pero una le quedó pendiente: que su clamor por seguridad fuera escuchado.
Fue en la década de los 70 que incursionó en el transporte como taxista en la llamada zona roja de San Pedro Sula. Él mismo prestaba el servicio y era socio de la Asociación de Motoristas Profesionales de Honduras (Asomoproh), la cual impulsó como presidente de 1976 al 2014.
Logró que las autoridades municipales de ese entonces donaran el predio en el barrio Medina, donde aún está la sede de la organización. Junto con otros miembros se hizo socio de las empresas Transportes Sula (ruta cinco), Empresa de Transportes Colonia López Arellano (Eticla) y Transportes Especiales S.A. (Etraesa). Esta última la había vendido.
Fue pionero también del servicio contratado al brindárselo al personal de empresas, negocio que desarrolló en los 80 con mucho éxito. “Fui el único turco pen.... que me dediqué al transporte”, decía.
Su espíritu de trabajo es el que ahora heredan sus hijos. “Fue un ejemplo de lucha. Nos deja el legado de ser hombres trabajadores. Siempre se ganó lo que tenía”, dijo su hijo, Jesús Andonie.
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A sus 69 años no temía a nada, pese a que denunciaba las extorsiones que afectan a los transportistas.
Nunca pagó seguridad personal, portaba un arma y manejaba su auto. A diario andaba pendiente del funcionamiento de cada una de sus unidades. “Pagamos extorsión, no sabemos a quién. No conocemos a nadie de las personas, solo nos dicen pongan acá el dinero, mándelo aquí. A mí me quemaron un bus. Tratamos de llevarnos bien con ellos -los extorsionadores- por eso acá pagamos todos”, admitía.
“Siempre lo encontraba solo, platicando con los transportistas, comiendo una baleada, parado en una esquina. Se apagó la voz del transporte”, expresó Víctor Guerra, un exempleado que laboró con él durante 15 años.
Sus compañeros de gremio se sentían respaldados siempre cuando tenían un problema o eran víctimas de la violencia.
Andonie siempre estaba al frente, salía con la voz cantante a exigir seguridad, aunque últimamente le recomendaban que mejor callara.
“Era un hombre muy valiente. En varias oportunidades, le dije que no se podía hablar mucho. Decía ‘ya estoy viejo, ya hice lo que tenía que hacer’; pero nunca pensó que le podía pasar algo así”, dijo Nelson Fernández Toro, empresario del transporte con el que compartió.
Aunque desde el año pasado había dejado de ser presidente de Asomoproh, sudaba y sufría por cada muerte de un conductor, ayudante de bus o un taxista y acudía a las escenas.
Muchas de las unidades de sus empresas ya las había vendido y otras cedido a familiares debido al pago de extorsiones. Señalaba que ya no era un negocio ser transportista, aunque era lo que amaba y lo que le permitió establecer su patrimonio familiar. Sus parientes lo recuerdan como un hombre responsable y luchador que trabajó por darle lo mejor a su esposa e hijos.
La mayor parte del día y noche se la pasaba trabajando. En sus ratos libres departía con compañeros transportistas y le gustaba cantar las rancheras.
La voz de estruendo, el saludo efusivo y la mano amiga de Carlos Andonie se despidió ayer involuntariamente...