Tegucigalpa, Honduras.
La extradición de los miembros de la banda de los Valle, el Negro Lobo, Don H y la reciente entrega de los principales cabecillas de los Cachiros, planteará nuevos escenarios en la lucha contra el narcotráfico en Honduras.
Analistas consultados por LA PRENSA coincidieron en que el Estado dio muestras de fortaleza y voluntad política en el combate de este flagelo, algo que no ocurrió en los Gobiernos de Porfirio Lobo Sosa y Manuel Zelaya; aunque la estrategia debe ser sostenida en el tiempo.
Desde que la figura de la extradición entró formalmente en vigor en el país en junio de 2013, siete hondureños fueron expatriados a Estados Unidos para su juzgamiento en diferentes cortes federales por delitos de conspiración para introducir drogas a territorio estadounidense y por lavado de activos.
De acuerdo a un despacho de Associated Press, Javier Rivera Maradiaga, cabecilla de los Cachiros, podría enfrentar una condena máxima de cadena perpetua. Sin embargo, el portal especializado Insight Crime ha revelado que la entrega de los Cachiros fue negociada bajo el acuerdo de reducir penas, y a cambio también de información.
Los escenarios
Fuera de circulación los cabecillas de temidas bandas de narcotraficantes, los expertos vislumbran nuevos escenarios para el país en materia de seguridad; pero también advierten del surgimiento de otros grupos criminales que crecieron al amparo de los antes mencionados.
Un resurgimiento de la violencia a raíz de la lucha de poder entre nuevos actores criminales que buscan ocupar las plazas que los Valle, los Cachiros, Don H y el Negro Lobo dejaron libres el surgimiento de otros grupos criminales mucho más violentos, el repliegue y replanteamiento de las organizaciones existentes y la búsqueda de nuevas rutas para el tráfico de drogas.
Un último escenario es una merma de la violencia ligada al narcotráfico en las zonas en las que estas bandas operaban; pero este contexto implicará una presencia policial y militar y una lucha sostenida contra los narcos, según opinión de los expertos. A juicio de Billy Joya, oficial retirado del Ejército y experto en seguridad, las acciones del Gobierno han proporcionado resultados positivos porque en las últimas dos décadas Honduras se convirtió en una especie de paraíso para los narcotraficantes. Joya consideró que a raíz de esta política estatal contra los narcos, ahora Honduras se ha convertido en un lugar inseguro para este tipo de operaciones ilegales y para quienes comandan y lideran las redes del crimen organizado. “Creo que el escenario es muy positivo. Debemos ver con optimismo las tareas que se realizan a ese respecto”. No obstante, advirtió que el problema no se acaba con estos golpes proporcionados a los cabecillas de los Valle o los Cachiros porque la cadena de producción y trasiego de drogas a EUA se ha mantenido inalterable.
Lo que puede ocurrir es que los grupos existentes reorienten sus estrategias y sus bases hacia otras regiones; pero el tráfico no desaparecerá de la noche a la mañana.
“No es fácil erradicar el problema porque normalmente la estructura de estas organizaciones tiene la habilidad de multiplicar sus cuadros en la medida de que quienes las dirigen van cayendo bajo el brazo de la ley”, observó.
La extradición de los miembros de la banda de los Valle, el Negro Lobo, Don H y la reciente entrega de los principales cabecillas de los Cachiros, planteará nuevos escenarios en la lucha contra el narcotráfico en Honduras.
Analistas consultados por LA PRENSA coincidieron en que el Estado dio muestras de fortaleza y voluntad política en el combate de este flagelo, algo que no ocurrió en los Gobiernos de Porfirio Lobo Sosa y Manuel Zelaya; aunque la estrategia debe ser sostenida en el tiempo.
Desde que la figura de la extradición entró formalmente en vigor en el país en junio de 2013, siete hondureños fueron expatriados a Estados Unidos para su juzgamiento en diferentes cortes federales por delitos de conspiración para introducir drogas a territorio estadounidense y por lavado de activos.
De acuerdo a un despacho de Associated Press, Javier Rivera Maradiaga, cabecilla de los Cachiros, podría enfrentar una condena máxima de cadena perpetua. Sin embargo, el portal especializado Insight Crime ha revelado que la entrega de los Cachiros fue negociada bajo el acuerdo de reducir penas, y a cambio también de información.
Los escenarios
Fuera de circulación los cabecillas de temidas bandas de narcotraficantes, los expertos vislumbran nuevos escenarios para el país en materia de seguridad; pero también advierten del surgimiento de otros grupos criminales que crecieron al amparo de los antes mencionados.
Un resurgimiento de la violencia a raíz de la lucha de poder entre nuevos actores criminales que buscan ocupar las plazas que los Valle, los Cachiros, Don H y el Negro Lobo dejaron libres el surgimiento de otros grupos criminales mucho más violentos, el repliegue y replanteamiento de las organizaciones existentes y la búsqueda de nuevas rutas para el tráfico de drogas.
Un último escenario es una merma de la violencia ligada al narcotráfico en las zonas en las que estas bandas operaban; pero este contexto implicará una presencia policial y militar y una lucha sostenida contra los narcos, según opinión de los expertos. A juicio de Billy Joya, oficial retirado del Ejército y experto en seguridad, las acciones del Gobierno han proporcionado resultados positivos porque en las últimas dos décadas Honduras se convirtió en una especie de paraíso para los narcotraficantes. Joya consideró que a raíz de esta política estatal contra los narcos, ahora Honduras se ha convertido en un lugar inseguro para este tipo de operaciones ilegales y para quienes comandan y lideran las redes del crimen organizado. “Creo que el escenario es muy positivo. Debemos ver con optimismo las tareas que se realizan a ese respecto”. No obstante, advirtió que el problema no se acaba con estos golpes proporcionados a los cabecillas de los Valle o los Cachiros porque la cadena de producción y trasiego de drogas a EUA se ha mantenido inalterable.
Lo que puede ocurrir es que los grupos existentes reorienten sus estrategias y sus bases hacia otras regiones; pero el tráfico no desaparecerá de la noche a la mañana.
“No es fácil erradicar el problema porque normalmente la estructura de estas organizaciones tiene la habilidad de multiplicar sus cuadros en la medida de que quienes las dirigen van cayendo bajo el brazo de la ley”, observó.