Seis sesiones de quimioterapia y dos operaciones de vejiga no quitan la fe y la alegría al padre Saturnino Senis. El párroco de la catedral de San Pedro Apóstol atraviesa uno de los momentos más difíciles de su vida al recuperarse de una operación por cáncer.
A pesar que otras anormalidades se le detectaron en uno de sus pulmones, la fe que transmite hace pensar que está sano de nuevo.
Esto habla en exclusiva con LA PRENSA acerca de su salud y el motivo de su felicidad.
No me han dado de alta todavía porque me operaron dos veces de un tumor en la vejiga, aunque marcho divinamente. Espero que pronto el médico me dé las buenas noticias.
Después de la segunda operación, en la biopsia descubrieron unos pequeños nódulos cancerígenos en uno de los pulmones. Entonces, me dijeron que continuaba la realización de las quimioterapias. He estado dos meses con ese tratamiento, seis quimioterapias, de las que tres fueron dobles, y hace una semana las terminé. El médico me dijo que me hiciera un examen de sangre el lunes pasado para revisar cómo estaban mis defensas y el resultado dijo que la hemoglobina y las plaquetas las tengo bajas. Debido a eso he tenido que recibir dos pintas de plaquetas y dos de sangre.
Ya no paso tanto tiempo en la oficina recibiendo gente. Antes pasaba dos horas o tres por la mañana y en la tarde. Ahora el doctor me ha pedido reposo y solo paso media hora en ambas jornadas. Debo tomar bastante líquido y reposar para que la vejiga funcione con normalidad porque antes de las operaciones orinaba sangre a montones. Yo me siento divinamente, con ganas y con fuerza para trabajar.
Lo más difícil ha pasado. Ya los efectos secundarios tras las quimioterapias han terminado.
No podía dormir y sentía otros malestares, pero ya ha terminado todo eso. La próxima semana tengo que hacerme una tomografía para ver si han desaparecido los pequeños rasgos de cáncer que hay en el pulmón.
La gente ha sido maravillosa conmigo en este tiempo. El calor de ellos me ha ayudado a sanar. Esto me ha empezado a ocurrir cuando vine del viaje a España y cuando la gente supo de la enfermedad he sabido que oran por mí constantemente e incluso, cuando supimos de las transfusiones de sangre que necesitaba hemos tenido una lista inmensa de donantes. Y un joven en la catedral me ha donado sus plaquetas.
Son momentos duros en la vida. Pero con los médicos que tenemos y la fe en Dios podemos salir adelante. Lástima que ahora todo es tan caro aquí en Honduras.
La enfermedad es como una caricia de Dios que te advierte que no somos eternos, que somos peregrinos en este mundo y que nuestra vida tiene un comienzo y tendrá un final, el día de la muerte; lo que importa no es tanto vivir muchos días sino cómo llenas esos días de buenas obras.
Haberle dado viviendas a las personas pobres. Hemos logrado dar 171 viviendas a gente que la necesita, esto es unos 20 o 30 millones de lempiras que los han regalado para los necesitados.