San Pedro Sula, Honduras.
La costumbre de cientos de sampedranos de llegar todas las mañanas al corazón de El Merendón, específicamente al rótulo de la Coca-Cola, fue interrumpida desde el pasado miércoles por los guardias de seguridad que cuidan la entrada de la zona.
Subir la montaña en caminata o en bicicleta, acompañados o solos, se ha vuelto un hábito para muchos ciudadanos que ven en este lugar el momento propicio para ejercitar su cuerpo y disfrutar de la naturaleza.
Los primeros llegan a las 4:00 am y se preparan para un recorrido de más de dos kilómetros.
LA PRENSA recorrió el lugar y constató la preocupación que embarga a los sampedranos.
“Quieren prohibir la entrada a este lugar. Por eso ya tiempos construyeron ese portón, como si fuera privado aquí”, se queja Verónica Zaldívar.
Ella tiene más de 25 años de subir la montaña y resiente que se trate de limitar el acceso.
“Vamos a defender la montaña porque es el pulmón de San Pedro Sula”, declara Daysi Pinto, con 13 años en esta actividad. Los caminantes aseguran que desde hace mucho tiempo algunos residentes del sector están en desacuerdo con las actividades que cientos de sampedranos hacen en la montaña y que por eso buscan limitar el acceso e incluso cobrar por ello.
“La gente que vive aquí siempre ha querido privatizar, pero la gente que viene no ha permitido eso. El parqueo se ha vuelto un negocio, uno paga por temor para que no le hagan nada a los carros. Todas las personas que venimos a caminar consideramos que esto nos pertenece a todos los sampedranos”, dice Kevin Martínez. La meta de todos los que se adentran en la montaña es llegar al rótulo con el nombre de la marca Coca-Cola de 10 metros de alto por 73 metros de largo, ubicado en la colonia Lomas de Bella Vista.
Muchos lo logran con más rapidez que otros, “pero lo importante es disfrutar el recorrido”, expone Emilia Márquez.
El sustento
En el transcurso del camino se observan varios puestos de agua, golosinas, cocos y naranjas, instalados por personas que residen en la zona, cuyos ingresos dependen de la venta de estos productos. Ese es el caso de Deli Guzmán, una sexagenaria que tiene más de 20 años de habitar en la cordillera y más de 10 de vender naranjas y toronjas.
“Hace varios años vendía unos siete sacos de naranjas diarias, pero las ventas han bajado porque en ese tiempo solo yo vendía, ahora somos más los que vendemos”, comenta.
“Me da temor que pase eso, me tendría que ir de aquí. Cómo voy a mantener a mis tres hijos si ya no vendería”, añadió.
El alcalde Armando Calidonio informó ayer a través de su Twitter que “ya se tomaron acciones puntuales” y “que ya estamos trabajando en el tema con la superintendencia de Seguridad”.
La costumbre de cientos de sampedranos de llegar todas las mañanas al corazón de El Merendón, específicamente al rótulo de la Coca-Cola, fue interrumpida desde el pasado miércoles por los guardias de seguridad que cuidan la entrada de la zona.
Subir la montaña en caminata o en bicicleta, acompañados o solos, se ha vuelto un hábito para muchos ciudadanos que ven en este lugar el momento propicio para ejercitar su cuerpo y disfrutar de la naturaleza.
Los primeros llegan a las 4:00 am y se preparan para un recorrido de más de dos kilómetros.
LA PRENSA recorrió el lugar y constató la preocupación que embarga a los sampedranos.
“Quieren prohibir la entrada a este lugar. Por eso ya tiempos construyeron ese portón, como si fuera privado aquí”, se queja Verónica Zaldívar.
Ella tiene más de 25 años de subir la montaña y resiente que se trate de limitar el acceso.
“Vamos a defender la montaña porque es el pulmón de San Pedro Sula”, declara Daysi Pinto, con 13 años en esta actividad. Los caminantes aseguran que desde hace mucho tiempo algunos residentes del sector están en desacuerdo con las actividades que cientos de sampedranos hacen en la montaña y que por eso buscan limitar el acceso e incluso cobrar por ello.
“La gente que vive aquí siempre ha querido privatizar, pero la gente que viene no ha permitido eso. El parqueo se ha vuelto un negocio, uno paga por temor para que no le hagan nada a los carros. Todas las personas que venimos a caminar consideramos que esto nos pertenece a todos los sampedranos”, dice Kevin Martínez. La meta de todos los que se adentran en la montaña es llegar al rótulo con el nombre de la marca Coca-Cola de 10 metros de alto por 73 metros de largo, ubicado en la colonia Lomas de Bella Vista.
Muchos lo logran con más rapidez que otros, “pero lo importante es disfrutar el recorrido”, expone Emilia Márquez.
El sustento
En el transcurso del camino se observan varios puestos de agua, golosinas, cocos y naranjas, instalados por personas que residen en la zona, cuyos ingresos dependen de la venta de estos productos. Ese es el caso de Deli Guzmán, una sexagenaria que tiene más de 20 años de habitar en la cordillera y más de 10 de vender naranjas y toronjas.
“Hace varios años vendía unos siete sacos de naranjas diarias, pero las ventas han bajado porque en ese tiempo solo yo vendía, ahora somos más los que vendemos”, comenta.
“Me da temor que pase eso, me tendría que ir de aquí. Cómo voy a mantener a mis tres hijos si ya no vendería”, añadió.
El alcalde Armando Calidonio informó ayer a través de su Twitter que “ya se tomaron acciones puntuales” y “que ya estamos trabajando en el tema con la superintendencia de Seguridad”.