22/12/2024
09:36 AM

'Mi familia vale oro, más que el de la mina”: Minero hondureño

Nehemías Rodríguez, uno de los tres sobrevivientes del derrumbe, aseguró a Diario LA PRENSA que todo ha cambiado para él desde el incidente.

El Corpus, Choluteca, Honduras.

Lejos de la clínica y el bullicio de la ciudad de Choluteca, Diario LA PRENSA visitó a Nehemías Rodríguez Méndez (27), en la lejana comunidad de La Joya, a poca distancia de Nicaragua. Tras recorrer a pie una pendiente de casi un kilómetro, se encuentra la humilde vivienda de Nehemías entre maizales y frijolares.

En una hamaca y con un yeso en la pierna derecha por un esguince, el joven hondureño departe con sus dos hijos y su esposa, embarazada de ocho meses, y agradece una nueva oportunidad de vivir tras estar soterrado dos días en la mina de San Juan Arriba.

“Estoy feliz porque ya estoy con mi gente. Mi familia vale oro, más que el de la mina. Al estar con ellos siento que tengo un tesoro grande, más grande que el que hay en ese cerro”, fueron las primeras palabras de Nehemías.

VIDEO: Así fue el rescate de tres mineros en Honduras

“Ya quería estar en mi casa, mi cuerpo cambió cuando ya venía para mi lugar. Lloré de emoción porque no había visto a mis hijos”, contó Nehemías mientras presentaba a su hijo Allan, quien al preguntarle dónde estaba su padre repite “en las minas”. Nehemías recuerda con tristeza sus momentos atrapado en la mina.

Comenta que en ningún momento dejó de pensar en sus hijos. “No me podía mover porque estaba golpeado. Llorábamos los tres, estábamos desesperados.

Al principio no escuchábamos nada, pero después oímos que nos sacarían. Sonaban piedras y gritábamos. Teníamos herramientas y hacíamos ruido para que supieran dónde estábamos”.

El sobreviviente expresó que pasaron orando los dos días que estuvieron soterrados. “Le pedimos tanto a Dios que nos diera otra oportunidad, pero en un momento creí que no saldría. Pensaba dónde estaban mis hermanos porque ellos salieron minutos antes. Quería orinar, pero no lo hacía porque sabía que si orinaba, iba a quedar seco y podía morir”.

El minero contó que andaba con botas y con su ropa normal de trabajo, sin casco y ninguna medida de seguridad.

“Me tardaba dos horas y media en llegar todos los días a la mina. A veces a pie, a veces a jalón. No ganaba bien; 250 lempiras al día solo para sobrevivir. Comencé a trabajar ahí dos días antes de Semana Santa para conseguir un dinerito extra para trabajar más y comprar los ingredientes para echarle a mi milpa. Por eso fui a la mina”.

Más relajado, Nehemías se refirió a sus labores en la mina. Comentó que sacaba hasta 100 sacos diarios de material. “Mi jefe ni me ha llamado, no lo he visto en ninguna parte, no me ha visitado después de esto que pasó. Comenzamos quincena el lunes (hoy)”.

El minero detalló cómo fue el momento del incidente.

“Estábamos rodeados de piedra y palos ahí adentro. La dinamita se puso en otro lado, no en el túnel que yo estaba. Cuando el cerro se vino ni tembló, pero esta vez no fue así, fue un aire que bajó y después no escuché nada más”.

Para el sobreviviente, su futuro es luchar por sus hijos.

“Ni que me paguen un millón de lempiras vuelvo a meterme a un túnel, nunca. Ni a mis hermanos los dejo ir. Ni aunque se vea el oro clarito, jamás vuelvo a ese lugar. Sufrimos mucho y ahora estoy tan feliz en mi casa recuperándome”.