Trujillo, Honduras
Es el pulmón ecológico y guardián del puerto de Trujillo. Su belleza también ha inspirado por siglos la imaginación popular que hacen misterioso al Parque Nacional Capiro y Calentura.
Desde hace dos años esta reserva natural forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas y Vida Silvestre de Honduras (Sinaph), bajo decreto legislativo 22-2016. El parque beneficia a los habitantes de unas 43 comunidades de los municipios de Trujillo y Santa Fe en Colón, que dependen del abastecimiento del agua potable.
3,607
hectáreas de bosque conforman la zona núcleo del Parque Nacional Capiro y Calentura, que es compartido por los municipios de Trujillo y Santa Fe
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A pesar de tener ecosistemas diferentes, las montañas de Capiro y Calentura también están conectadas biológicamente con el Refugio de Vida Silvestre Laguna Guaimoreto, que juntas comparten el mismo decreto que las protege.
Solo el parque, que tiene una extensión de 8,081.43 hectáreas, además de ser una zona productora de agua y de vocación forestal, es un atractivo turístico y un punto estratégico de seguridad nacional.
Sobre sus espesas montañas sobresalen los cerros Capiro y Calentura, este último es el más elevado con 1,300 metros sobre el nivel del mar.
“El cerro Calentura representa la naturaleza y el beneficio para Trujillo, y por eso estamos obligados a proteger sus recursos. De aquí se abastece de agua la ciudad, y por esta razón tenemos que hacer avances y esfuerzos mayores para que se proteja, se cuide y se detenga la depredación del bosque, porque sí está ocurriendo”, aseguró el alcalde Héctor Mendoza.
Con esfuerzos municipales, y el apoyo del Décimo Quinto Batallón de Fuerzas Especiales, Instituto Hondureño de Conservación Forestal (ICF), Unidad Municipal Ambiental, y la Fundación Calentura y Guaimoreto (Fucagua), se están ejerciendo acciones para frenar la presión social a la que ha estado expuesta durante años la reserva ecológica.
Siete
asentamientos colindan con los límites del Parque Nacional, entre estos está la ciudad de Trujillo, Moradel, Silím, Campamento, El Establo, Mojaguay y Jericó
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“Conjuntamente con estas instituciones se están coordinando acciones para proteger sus recursos y garantizar el abastecimiento del agua. Además es uno de los atractivos turísticos de esta ciudad, cuenta con senderos muy definidos donde se puede apreciar la diversidad de su flora y fauna”, indicó Mendoza.
El punto más elevado del parque es la cima del cerro Calentura, desde aquí las vistas hacia el mar Caribe y todo el Valle del Aguán son impresionantes, su acceso solo es posible a pie, para visitarlo se necesitan cuatro horas por una brecha serpenteada que ha quedado de la calle que se abrió en los noventa.
Más del 80% de su área protegida está formada por un bosque latifoliado, el resto comprende el tipo de tierras sin bosques. En sus montañas espesas, aún inexplorables, sobresalen árboles de ceiba, laurel, guapinol, macuelizo y palmas de corozos, entre otros maderables.
Su flora y fauna es tan cautivadora como lo son sus impresionantes vistas desde su pico más alto.
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Fuente de vida
En medio de ese impresionante follaje corren quebradas y ríos que van formando pozas y cascadas en su declinado y corto recorrido hacia el mar y el río Aguán. Es el hogar de una variedad de especies animales como las familias de monos cara blanca y aulladores. También en su zona núcleo es posible encontrar venados cola blanca, jaguares y tigrillos, chanchos de monte, pizotes, armadillos, iguanas, boas y otras víboras, así como tucanes, pericos, pava negra, urupas, lechuzas, entre otras especies.
“El Parque Nacional es una reserva que alberga una gran diversidad de especies tanto de flora como fauna, pero sobre todo es donde surgen alrededor de 20 microcuencias, que abastecen de agua muchas comunidades, ahí la importancia de esta reserva, porque sin parque aquí no hay agua, es el pulmón de Trujillo y sus comunidades aledañas”, recalcó Héctor Ávila, ambientalista de esta localidad.
En términos porcentuales se estima que entre un 5 y 10% del área protegida ha sido intervenida por la mano del hombre. “Es bien bajo el porcentaje de sus daños porque se volvió a delimitar el área justo tratando de dejar conflictos afuera. Siempre hay impactos a nivel del área, pero ya son mínimos en relación a los límites anteriores”, dijo.
Imponentes cuerpos de agua que se abren sobre el paisaje hacen del Parque Nacional Capiro y Calentura un oasis de aventura y diversión.
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Cerro de leyendas
En el municipio de Trujillo hay una conciencia social por proteger estos recursos, también sus montañas de verde oscuro han sido inspiración de una cultura popular sobre leyendas y misterios que hacen interesante esa espesura. De los montes del Calentura se han dicho mitos que la población los ha dado por hechos. Como el de una laguna habitada por una serpiente rodeada por árboles frutales, que solo permite al visitante comer sus frutos, pero llevarse uno lo convierte en presa de esa víbora, o que el duende es el rey de la montaña.
“No solo está el mito de la culebra, de que había un volcán dormido, también está que aparecía el duende, los retumbos del cerro Calentura, todos estos son mitos de la cultura popular”, relató Lucky Sarres, un apasionado por la historia de Trujillo.
“Lo que sí es real, es que en tiempos de la colonia lo que hacían las autoridades cuando los piratas invadían el puerto, es que utilizaban los cerros Capiro y Calentura para refugiarse de esos ataques y después regresaban”, contó.
La imponente belleza natural que ha inspirado esa cultura popular también es un punto de interés nacional por su posición estratégica. En los noventa, con la ayuda del Ejercito de Estados Unidos, las Fuerzas Armadas de Honduras instaló un radar para luchar contra el narcotráfico y otras amenazas, actualmente solo existen en este punto antenas repetidoras de radio y televisión.
En 1992 se creó una iniciativa de conservación para las montañas de Capiro y Calentura y la laguna de Guaimoreto, que fue respaldada por un decreto ejecutivo hasta 2016.
La Fundación Calentura y Guaimoreto (Fucagua) es la organización civil que ha estado manejando esta reserva junto con la alcaldía, entes del Estado y autoridades militares.
Estas montañas y lagunas son para los trujillanos la mayor herencia de la naturaleza, por eso mantienen una lucha convencida contra algunas iniciativas que atentan contra sus recursos.
Esta reserva natural comparte el mismo decreto de protección con el Refugio de Vida Silvestre Laguna de Guaimoreto en su extremo oeste.
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