'¡Eso es cablo, cablo!', insistía con un precario español Simón, un inmigrante oriental propietario del restaurante y hotel Tao Yauan donde las autoridades encontraron el viernes presunta carne de perro almacenada en sus frigoríficos.
Simón negó las recriminaciones alegando que se trata de carne de cabro que le regalaron para consumo personal y no carne de perro como informaron las autoridades del Ministerio Público.
Varios clientes regulares sorprendidos por la noticia, así como medios de comunicación, llegaron al establecimiento donde Simón, acompañado de sus empleados, respondieron a las acusaciones.
'Mi jefe acostumbra a comer otros tipos de carnes, a él le gusta comer gallina, cabro, hasta le vienen a vender patos porque a ellos (a los orientales) les gustan esas cosas', dijo una de las empleadas que salió a defender a Simón de un medio de comunicación que insistía en mencionar la versión oficial.
Tanto Simón como sus empleados se mostraban muy alterados por las quejas y aseguraban que son mentiras.
Lorena Cálix, portavoz del Ministerio Público, informó que además de la presunta carne canina, los inspectores también encontraron otras situaciones insalubres como tallarines con hongos y heces de roedores en algunas partes de la cocina del local.
Las autoridades clausuraron el negocio por cuatro días y enviaron muestras de la carne a un laboratorio forense para determina si es de perro o no.
Las acaloradas reacciones de Simón y su personal han trascendido en varios medios de comunicación.