Redacción
Los miembros de la mara 18, recluidos en el módulo Escorpión, les están exigiendo a las autoridades penitenciarias que les construyan una cancha de basquetbol porque los presos de la mara rival (la MS-13) ya tienen una para distraerse.
En la Penitenciaría Nacional de Támara, los mareros de las dos organizaciones desean tener de todo cuanto sea posible en sus módulos. A diferencia de los otros presos, los mareros aquí tienen todo: barbería, cocina privada, bodegas, pulperías, algunas máquinas para hacer ejercicio y juegos infantiles que son usados por los hijos de ellos cuando llegan con sus madres a visitarlos.
Cada módulo tiene aires de un pequeño barrio de San Pedro Sula o Tegucigalpa. La diferencia es que estos están bajo techo, no tienen calles extensas, pero cuentan con pasillos amplios y son de casi de media cuadra de longitud, a través de ellos
pueden caminar libremente y olvidar que están recluidos.
Dentro de estos módulos, los mareros, de ambas organizaciones, viven, inclusive, en mejores condiciones que muchos hondureños sumidos en la extrema pobreza, por ejemplo, los de los bordos de la periferia de San Pedro Sula que habitan covachas hechas con cartón, plástico y restos de rótulos publicitarios.
Los miembros de la mara 18, recluidos en el módulo Escorpión, les están exigiendo a las autoridades penitenciarias que les construyan una cancha de basquetbol porque los presos de la mara rival (la MS-13) ya tienen una para distraerse.
En la Penitenciaría Nacional de Támara, los mareros de las dos organizaciones desean tener de todo cuanto sea posible en sus módulos. A diferencia de los otros presos, los mareros aquí tienen todo: barbería, cocina privada, bodegas, pulperías, algunas máquinas para hacer ejercicio y juegos infantiles que son usados por los hijos de ellos cuando llegan con sus madres a visitarlos.
Los reclusos de las dos organizaciones viven en la Penitenciaría Nacional de Támara bajo las mismas condiciones.
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Dentro de estos módulos, los mareros, de ambas organizaciones, viven, inclusive, en mejores condiciones que muchos hondureños sumidos en la extrema pobreza, por ejemplo, los de los bordos de la periferia de San Pedro Sula que habitan covachas hechas con cartón, plástico y restos de rótulos publicitarios.
Las dos maras tienen cocinas privadas, pulperías y otras áreas.
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Los mareros de la 18 y MS-13 no purgan sus penas en celdas de barrotes de hierro, ellos duermen tranquilamente en camas instaladas en pequeños cuartos que, en lugar de rejas, tienen cortinas que compran con el dinero de la extorsión. En las paredes del módulo Escorpión, los pandilleros han pintado “placazos” para recordar con imágenes su misión y visión, como si fuera una empresa o institución. Además, han inscrito el verdadero nombre de la organización “Varrio 18”, con “v” porque es más fácil de traducirla al código de comunicación basado en mímicas hechas con dedos, manos y brazos.
Estos módulos, que son prácticamente pequeños barrios en los presidios, sirven, también, como escuelas o clubes del crimen, pues, todos los miembros de la mara tienen la oportunidad de celebrar reuniones.
Periodistas de LA PRENSA les escucharon a los mareros que ellos quieren que les amplíen sus módulos. Argumentan que están “hacinados”. Quieren dormir uno en cada cuarto.