Tegucigalpa, Honduras.
“Fue impactante ver muchos negocios cerrados”. La expresión del hondureño Adán Narváez resume la jornada denominada Un día sin inmigrantes en Estados Unidos.
La actividad se llevó a cabo ayer y Adán, quien vive desde hace 16 años en Wilmington, Carolina del Norte, no fue a trabajar para crear conciencia de lo que significa su mano de obra en Estados Unidos.
“En Wilmington vivimos alrededor de cuatro mil hondureños, la mayoría cumplimos con no ir a trabajar. Muchos negocios cerraron y las construcciones estuvieron vacías. Es increíble, jamás vi algo así aquí, fue impactante”, expresó Narváez.
El hondureño contó que a través de las redes sociales y páginas en Internet fueron convocados a no trabajar ayer y aseguró que lo seguirán haciendo para crear conciencia.
“Gano 160 dólares al día, y trabajo en pintura. Valió la pena no trabajar por este día porque nuestro trabajo en este país es un aporte que debe ser valorado. No somos delincuentes, somos gente trabajadora que paga impuestos”, indicó el hondureño.
Preocupación
El día sin inmigrantes también llegó a Los Ángeles, California, y la comunidad de hondureños se hizo sentir, aunque mostró preocupación por la falta de apoyo de la misión consular de esa ciudad.
“Estamos muy preocupados, el cónsul asignado se fue a Honduras en plena crisis de redadas y no dejó a nadie encargado. Los presos llaman al consulado y nadie les contesta. Nos están llamando a nosotros y no tenemos la capacidad de sacarlos de los centros de detención o de regresarlos a Honduras”, expresó Cecilia Rodríguez, presidenta de la Alianza de Hondureños de Los Ángeles.
La hondureña llamó la atención de los autoridades consulares para que trabajen en turnos con el fin de atender la emergencia por detenciones y que ya se preparen para trabajar en la renovación del permiso temporal de trabajo (TPS).
Sobre el día que dejaron de trabajar los inmigrantes, dijo que en Los Ángeles fue muy notoria la ausencia y que se reunieron en parques y plazas para organizarse mejor para la protesta del fin de semana.
En Miami, las cosas fueron un tanto diferentes. Carlos Pereira, un líder de la comunidad hondureña y de los soñadores, dijo a LA PRENSA que si no trabajan, no pueden confirmar la lucha.
“Obama no nos avisó que iba a deportar y lo hizo en mayores cifras. Nuestro trabajo es diferente y por eso le decimos a la comunidad inmigrante que si no han cometido ningún delito, que no tengan temor. Si no tienen documentación, busquen un abogado para tratar de arreglar su situación”, dijo.
Presencia
Muchos negocios y centros de trabajo cerraron sus puertas ayer en todo Estados Unidos atendiendo el llamado de la convocatoria que surgió en Internet con el objetivo de protestar frente a la política migratoria que está instaurando el presidente Donald Trump.
Empresas de construcción, restaurantes, servicios de cuidado de niños y supermercados cerraron sus puertas para demostrar que sin el trabajo de los inmigrantes, Estados Unidos queda paralizado. Cabe señalar que no todos los inmigrantes se sumaron al ejercicio.
En Washington DC, Austin, Boston, Filadelfia y Los Ángeles fue más notorio el abandono de los trabajos por parte de los inmigrantes, así como el cierre de varios centros comerciales.
En muchas ciudades abandonaron sus puestos de trabajo, se negaron a comprar o a tomar el transporte público para afectar por un día la economía estadounidense y demostrar su importancia.
“Es una protesta de ausencia, no de presencia. Algo puede tener tanto o más impacto que una marcha al uso”, dijo el profesor de Sociología Ernesto Castañeda de la Universidad Americana, en Mount Pleasant, el barrio hispano de Washington por excelencia.
En la capital estadounidense, inmigrantes salvadoreños, colombianos, hondureños, indios o coreanos se sumaron a una huelga nacida de manera espontánea para protestar contra las medidas de Trump que quieren poner fin a las ciudades santuarios, acelerar las deportaciones de indocumentados y prohibir la entrada a refugiados.
Los mensajes
“Diversidad”, “Solidaridad”, “los inmigrantes nutren a EUA”: letreros colgados en los frentes de varias decenas de restaurantes cerrados en Washington explicaban por qué paraban sus actividades. Algunos locales cerraron para expresar su solidaridad con el gran número de personas de bajos ingresos que trabajan en estos establecimientos. Edwin Fernández y sus cinco compañeros (como él, centroamericanos) que trabajan en un puesto de comida rápida no acudieron a trabajar y, según cuenta, el dueño del negocio fue el primero que les preguntó si querían cerrar para protestar contra Trump.
Ayer el presidente Trump reconoció que hay dificutades para deportar a los jóvenes amparados en el Daca, mejor conocidos como los dreamers (soñadores).
“Es uno de los temas más difíciles que tengo, vamos a tratar el Daca con el corazón. La situación es muy dura porque amo a esos chicos y tengo hijos y nietos”, agregó.
La comunidad de inmigrantes se reunirá de nuevo en plazas y parques el fin de semana para protestar en contra de las medidas migratorias de Trump. Planifican una mayor participación en las ciudades santuarios.
“Fue impactante ver muchos negocios cerrados”. La expresión del hondureño Adán Narváez resume la jornada denominada Un día sin inmigrantes en Estados Unidos.
La actividad se llevó a cabo ayer y Adán, quien vive desde hace 16 años en Wilmington, Carolina del Norte, no fue a trabajar para crear conciencia de lo que significa su mano de obra en Estados Unidos.
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Dreamers hondureños
Son los que están en riesgo de ser deportados si Trump cumple con su promesa de eliminar el Daca
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El hondureño contó que a través de las redes sociales y páginas en Internet fueron convocados a no trabajar ayer y aseguró que lo seguirán haciendo para crear conciencia.
“Gano 160 dólares al día, y trabajo en pintura. Valió la pena no trabajar por este día porque nuestro trabajo en este país es un aporte que debe ser valorado. No somos delincuentes, somos gente trabajadora que paga impuestos”, indicó el hondureño.
A lo largo y ancho de Estados Unidos, los inmigrantes protestaron contra la política migratoria del presidente Trump.
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El día sin inmigrantes también llegó a Los Ángeles, California, y la comunidad de hondureños se hizo sentir, aunque mostró preocupación por la falta de apoyo de la misión consular de esa ciudad.
Dreamers bajo la lupa
El programa de Acción Diferida (Daca) ampara a 750,000 jóvenes que llegaron a Estados Unidos siendo niños. Son llamados dreamers o soñadores y el presidente Donald Trump dijo en su campaña electoral que los deportaría.
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La hondureña llamó la atención de los autoridades consulares para que trabajen en turnos con el fin de atender la emergencia por detenciones y que ya se preparen para trabajar en la renovación del permiso temporal de trabajo (TPS).
Sobre el día que dejaron de trabajar los inmigrantes, dijo que en Los Ángeles fue muy notoria la ausencia y que se reunieron en parques y plazas para organizarse mejor para la protesta del fin de semana.
En Miami, las cosas fueron un tanto diferentes. Carlos Pereira, un líder de la comunidad hondureña y de los soñadores, dijo a LA PRENSA que si no trabajan, no pueden confirmar la lucha.
“Obama no nos avisó que iba a deportar y lo hizo en mayores cifras. Nuestro trabajo es diferente y por eso le decimos a la comunidad inmigrante que si no han cometido ningún delito, que no tengan temor. Si no tienen documentación, busquen un abogado para tratar de arreglar su situación”, dijo.
Hasta el expresidente Barack Obama y su esposa mostraron su apoyo a la comunidad inmigrante.
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Muchos negocios y centros de trabajo cerraron sus puertas ayer en todo Estados Unidos atendiendo el llamado de la convocatoria que surgió en Internet con el objetivo de protestar frente a la política migratoria que está instaurando el presidente Donald Trump.
Empresas de construcción, restaurantes, servicios de cuidado de niños y supermercados cerraron sus puertas para demostrar que sin el trabajo de los inmigrantes, Estados Unidos queda paralizado. Cabe señalar que no todos los inmigrantes se sumaron al ejercicio.
En Washington DC, Austin, Boston, Filadelfia y Los Ángeles fue más notorio el abandono de los trabajos por parte de los inmigrantes, así como el cierre de varios centros comerciales.
En muchas ciudades abandonaron sus puestos de trabajo, se negaron a comprar o a tomar el transporte público para afectar por un día la economía estadounidense y demostrar su importancia.
“Es una protesta de ausencia, no de presencia. Algo puede tener tanto o más impacto que una marcha al uso”, dijo el profesor de Sociología Ernesto Castañeda de la Universidad Americana, en Mount Pleasant, el barrio hispano de Washington por excelencia.
En la capital estadounidense, inmigrantes salvadoreños, colombianos, hondureños, indios o coreanos se sumaron a una huelga nacida de manera espontánea para protestar contra las medidas de Trump que quieren poner fin a las ciudades santuarios, acelerar las deportaciones de indocumentados y prohibir la entrada a refugiados.
La comunidad de inmigrantes en EUA perdió un día de trabajo para hacerse notar en el país que los acogió.
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“Diversidad”, “Solidaridad”, “los inmigrantes nutren a EUA”: letreros colgados en los frentes de varias decenas de restaurantes cerrados en Washington explicaban por qué paraban sus actividades. Algunos locales cerraron para expresar su solidaridad con el gran número de personas de bajos ingresos que trabajan en estos establecimientos. Edwin Fernández y sus cinco compañeros (como él, centroamericanos) que trabajan en un puesto de comida rápida no acudieron a trabajar y, según cuenta, el dueño del negocio fue el primero que les preguntó si querían cerrar para protestar contra Trump.
Ayer el presidente Trump reconoció que hay dificutades para deportar a los jóvenes amparados en el Daca, mejor conocidos como los dreamers (soñadores).
“Es uno de los temas más difíciles que tengo, vamos a tratar el Daca con el corazón. La situación es muy dura porque amo a esos chicos y tengo hijos y nietos”, agregó.
La comunidad de inmigrantes se reunirá de nuevo en plazas y parques el fin de semana para protestar en contra de las medidas migratorias de Trump. Planifican una mayor participación en las ciudades santuarios.