San Salvador.
Se pone su chaleco antibalas, toma su fusil y sale a patrullar un día más a las calles en los denominados operativos “antipandillas”. Pero no... no es miembro de la Policía ni es militar, él es Mauricio Arturo Vilanova, alcalde del municipio San José Guayabal, en el departamento de Cuscatlán, El Salvador.
El equipo periodístico de Diario LA PRENSA viajó al territorio salvadoreño y descubrió la historia del personaje al que llaman el alcalde “cazamareros”. Y es que él mismo asegura que tomó esta medida de patrullar las calles con la población, policías y militares para evitar que las pandillas proliferen en el municipio, que está rodeado de zonas controladas en su totalidad por diferentes maras.
El caso de este alcalde refleja las medidas extremas que está teniendo que tomar la población salvadoreña para hacer frente al flagelo de la extorsión y maras.
“No queremos ni toleramos mareros en San José Guayabal”, dice tajantemente el alcalde del pueblo.
Esa frase se ha convertido en algo así como el lema oficial del municipio, pues está escrita por todas partes, desde cuadros en su oficina hasta vallas gigantes en el parque.
“Sí, salgo a patrullar a las calles y la gente me acompaña. Aquí apoyamos a la Policía y los militares en esta lucha. Los municipios que nos rodean son controlados por pandilleros, pero aquí no lo permitiremos”, asegura.
Su pelo teñido de plata por los años y el gesto gentil de su rostro contrastan con la determinación con que afronta el problema de las maras en la zona.
“Estoy amenazado de muerte prácticamente por todas las maras, pero a mí no me van a intimidar. Hasta mi familia me apoya en la iniciativa de combatir a las pandillas”, aseguró Vilanova.
Sin duda, quiere enviar un mensaje claro por todos los medios posibles en su municipio.
En su oficina hay todo tipo de referencias “antimaras” como un comic sobre él y su lucha contra las pandillas. Hay cuadros con “el lema antimaras del pueblo” e incluso le han hecho al alcalde su réplica miniatura con fusil y todo.
Bendita paz
El alcalde de San José Guayabal se muestra orgulloso de que su municipio es el único de esa región norte de Cuscatlán adonde los mareros no imponen su ley.
“En los municipios que nos rodean, los mareros cobran extorsión, ponen toque de queda a las cuatro de la tarde, y le dicen a quien salga que lo van a matar. Los mareros a la gente le piden hasta documento de identificación para saber de dónde son y si provienen de un lugar donde hay mara que tiene conflicto con ellos, lo matan. Los pandilleros le dicen a la gente que tiene que ‘ver, oír y callar’, pero eso no lo permitiremos aquí”, dijo en forma tajante.
Sin embargo, relató que saben que en San José Guayabal conviven con algunos informantes de estos grupos criminales.
“Aquí tenemos plenamente identificadas a las personas que trabajan con las maras”, indica el alcalde.
El equipo periodístico de Diario LA PRENSA acompañó a Vilanova en uno de sus recorridos y en la calle, sin temor ni disimulo, él señalaba abiertamente a las personas que eran informantes de las maras.
En el pueblo, el alcalde es como un héroe, al grado que cuando hay una denuncia que hacer, los pobladores ya están acostumbrados en llamar a Vilanova antes que a la Policía.
“Es la confianza que la gente me tiene, pero es importante destacar el trabajo que realizan aquí la Policía y los militares”, explicó.
Vilanova declaró que tienen por ley en el municipio detener inmediatamente a los pandilleros que llegan a infiltrarse desde otras zonas.
“Aquí quedan inmediatamente arrestados. Aquí la gente sabe cuando alguien no es de la zona y lo reporta y nosotros actuamos”, dijo, y agrega que “es importante trabajar en la prevención en los países de Centroamérica, no solo en el combate. Yo no quiero que me vean como un sheriff, soy solo un alcalde que quiere lo mejor para su municipio”, aseguró, tratando de ser modesto y no presumir de ser un “cazamareros”.
Sin embargo, al día siguiente de que Diario LA PRENSA visitó el municipio, el alcalde, fiel a su estilo, envió una fotografía suya con dos mareros capturados a los que él tenía abrazados y esposados. “Como le dije”, escribió por WhatsApp, “aquí no queremos mareros”, concluyó.
Se pone su chaleco antibalas, toma su fusil y sale a patrullar un día más a las calles en los denominados operativos “antipandillas”. Pero no... no es miembro de la Policía ni es militar, él es Mauricio Arturo Vilanova, alcalde del municipio San José Guayabal, en el departamento de Cuscatlán, El Salvador.
El equipo periodístico de Diario LA PRENSA viajó al territorio salvadoreño y descubrió la historia del personaje al que llaman el alcalde “cazamareros”. Y es que él mismo asegura que tomó esta medida de patrullar las calles con la población, policías y militares para evitar que las pandillas proliferen en el municipio, que está rodeado de zonas controladas en su totalidad por diferentes maras.
El caso de este alcalde refleja las medidas extremas que está teniendo que tomar la población salvadoreña para hacer frente al flagelo de la extorsión y maras.
“No queremos ni toleramos mareros en San José Guayabal”, dice tajantemente el alcalde del pueblo.
Esa frase se ha convertido en algo así como el lema oficial del municipio, pues está escrita por todas partes, desde cuadros en su oficina hasta vallas gigantes en el parque.
En el pueblo es una especie de héroe al que todos recurren por ayuda.
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Su pelo teñido de plata por los años y el gesto gentil de su rostro contrastan con la determinación con que afronta el problema de las maras en la zona.
“Estoy amenazado de muerte prácticamente por todas las maras, pero a mí no me van a intimidar. Hasta mi familia me apoya en la iniciativa de combatir a las pandillas”, aseguró Vilanova.
Clavemauricio Vilanova
Afirma que en el municipio de San José Guayabal se da prioridad al trabajo de prevención para alejar a los jóvenes de las maras. |
En su oficina hay todo tipo de referencias “antimaras” como un comic sobre él y su lucha contra las pandillas. Hay cuadros con “el lema antimaras del pueblo” e incluso le han hecho al alcalde su réplica miniatura con fusil y todo.
Mauricio Vilanova, alcalde del municipio salvadoreño San José de Guayabal, no se quedó de brazos cruzados y asegura que no teme cuando sale a las calles a combatir a los mareros que acechan la zona.
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Bendita paz
El alcalde de San José Guayabal se muestra orgulloso de que su municipio es el único de esa región norte de Cuscatlán adonde los mareros no imponen su ley.
“En los municipios que nos rodean, los mareros cobran extorsión, ponen toque de queda a las cuatro de la tarde, y le dicen a quien salga que lo van a matar. Los mareros a la gente le piden hasta documento de identificación para saber de dónde son y si provienen de un lugar donde hay mara que tiene conflicto con ellos, lo matan. Los pandilleros le dicen a la gente que tiene que ‘ver, oír y callar’, pero eso no lo permitiremos aquí”, dijo en forma tajante.
16
Años
Tiene Mauricio Vilanova de estar ejerciendo el cargo de alcalde de San José Guayabal.
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“Aquí tenemos plenamente identificadas a las personas que trabajan con las maras”, indica el alcalde.
El equipo periodístico de Diario LA PRENSA acompañó a Vilanova en uno de sus recorridos y en la calle, sin temor ni disimulo, él señalaba abiertamente a las personas que eran informantes de las maras.
En el pueblo, el alcalde es como un héroe, al grado que cuando hay una denuncia que hacer, los pobladores ya están acostumbrados en llamar a Vilanova antes que a la Policía.
“Es la confianza que la gente me tiene, pero es importante destacar el trabajo que realizan aquí la Policía y los militares”, explicó.
Vilanova declaró que tienen por ley en el municipio detener inmediatamente a los pandilleros que llegan a infiltrarse desde otras zonas.
“Aquí quedan inmediatamente arrestados. Aquí la gente sabe cuando alguien no es de la zona y lo reporta y nosotros actuamos”, dijo, y agrega que “es importante trabajar en la prevención en los países de Centroamérica, no solo en el combate. Yo no quiero que me vean como un sheriff, soy solo un alcalde que quiere lo mejor para su municipio”, aseguró, tratando de ser modesto y no presumir de ser un “cazamareros”.
Sin embargo, al día siguiente de que Diario LA PRENSA visitó el municipio, el alcalde, fiel a su estilo, envió una fotografía suya con dos mareros capturados a los que él tenía abrazados y esposados. “Como le dije”, escribió por WhatsApp, “aquí no queremos mareros”, concluyó.