Este fue un día muy agitado para el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien este día se entregó a las autoridades brasileñas para comenzar a cumplir su condena de 12 años de prisión.
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Sus últimas horas de libertad supusieron una enorme presión y carga emocional para el popular político brasileño.
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En su primera aparición en público en varios días, Lula asistío a una ceremonia religiosa en memoria de su esposa María Leticia quien murió en febrero de 2017.
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Tras haber sido ordenado su encarcelamiento, Lula fue emplazado a presentarse ante las autoridades el viernes 6 de abril de 2018, pero el plazo venció sin que él se presentara, algo que apoyaban sus partidarios.
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Tras la misa en memoria de su esposa, Lula se dirigió a sus simpatizantes, informándoles de su intención de entregarse a las autoridades.
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Sus más cercanos colaboradores han estado a su lado para darle apoyo, incluyendo a su heredera política y expresidenta brasileña Dilma Rousseff, destituida del cargo en 2016.
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Dilma Rousseff trata de dar ánimo a Lula en vista de la situación en la que se encontraba el expresidente.
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Un día después de que venciera el plazo para presentarse entregarse a las autoridades, Lula decidió cumplir su condena de prisión.
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De cumplir con la totalidad de su sentencia, Lula saldría de prisión en el año 2030. Tendrá entonces 85 años, por lo que su futuro político es incierto.
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Lula se somete a la Justicia insistiendo en su inocencia. Para sus partidarios, la condena de prisión no es más que una jugada política para apartarlo del proceso electoral de octubre próximo para el cual era uno de los candidatos más fuertes, según sondeos.