Madrid, España.
El cambio de Primaria a Secundaria o a Bachillerato implica nuevos objetivos, metodologías y ritmos de trabajo para los que el alumno no siempre llega suficientemente preparado y puede necesitar algún tipo de refuerzo.
El primer gran reto en la vida de un escolar llega con el tránsito de Primaria a Secundaria, en el que, para empezar, muchos alumnos de centros públicos pasan del colegio al instituto, aunque el espacio físico suele cambiar en el resto de centros, donde los jóvenes pasan a plantas o aulas en las que nunca habían estado.
También hay un cambio significativo desde el punto de vista social, como señalan desde la asociación de centros de CICAE, ya que tienen que familiarizarse con nuevos profesores y pasan de ser los mayores de Primaria a convertirse en los más pequeños, explica Beatriz Rivera, psicóloga del colegio Virgen de Europa (Madrid).
Nuevos horarios, nuevas exigencias y una mayor exigencia de responsabilidad y autonomía hacen que la figura del tutor adquiera especial relevancia en esta transición que, además, supone la antesala de la adolescencia.
También toma mayor importancia si cabe la relación con las familias y el apoyo de los padres al proyecto educativo que han elegido para sus hijos, añade la psicóloga.
Cuando pasan a bachillerato
Los alumnos “pasan de una etapa obligatoria para todos a otra que ya no lo es y eso implica nuevos objetivos y metodologías que influyen en el estudio y el trabajo dentro y fuera del aula”, asegura Pablo Canosa, subdirector de Educación de Fomento de Centros de Enseñanza.
A favor juega el hecho de que “la motivación es mayor, ya que eligen más asignaturas en función de los estudios universitarios que pretendan cursar”.
Los alumnos requieren un tiempo de adaptación y, nuevamente, la figura del tutor se torna crucial para ir desarrollando un plan de mejora y detectar de forma ágil si es necesario algún tipo de refuerzo en materias concretas, apunta Canosa.
Pero “son muchos los problemas con que se encuentra el profesorado y que intenta capear como puede”, explica el presidente de la Asociación Nacional de Catedráticos de Instituto (Ancaba), Felipe de Vicente, quien lamenta que, “al no haber ninguna prueba externa, el paso de ciclo común a Bachillerato depende del nivel de exigencia de cada centro.
Exigencia
Si el centro es poco exigente, añade De Vicente, “el alumno se puede encontrar con un Bachillerato de poca exigencia, que termina por no preparar adecuadamente para las carreras más difíciles”.
El presidente de Ancaba considera que, “para enfocar con mayor rigor y exigencia el Bachillerato, sería muy recomendable elevar el nivel de exigencia del ciclo común, convirtiendo este curso en un preparatorio del Bachillerato”.
El subdirector de Fomento de Centros de Enseñanza propone una serie de pautas básicas para hacer que el alumno supere con éxito el primer año de Bachillerato, como son “establecer desde el primer día un horario de trabajo para el tiempo en que no se está en el centro educativo (cuanto más concreto sea, más fácil será cumplirlo), llevar al día el trabajo de todas las materias y dejar también tiempo para la práctica del deporte, actividades culturales, estudio de otros idiomas o voluntariado, y crear un canal de comunicación fluido alumno-tutor-familia, que facilita todo el proceso y permite al alumno evolucionar de forma constructiva”, apunta Pablo Canosa.
El cambio de Primaria a Secundaria o a Bachillerato implica nuevos objetivos, metodologías y ritmos de trabajo para los que el alumno no siempre llega suficientemente preparado y puede necesitar algún tipo de refuerzo.
El primer gran reto en la vida de un escolar llega con el tránsito de Primaria a Secundaria, en el que, para empezar, muchos alumnos de centros públicos pasan del colegio al instituto, aunque el espacio físico suele cambiar en el resto de centros, donde los jóvenes pasan a plantas o aulas en las que nunca habían estado.
También hay un cambio significativo desde el punto de vista social, como señalan desde la asociación de centros de CICAE, ya que tienen que familiarizarse con nuevos profesores y pasan de ser los mayores de Primaria a convertirse en los más pequeños, explica Beatriz Rivera, psicóloga del colegio Virgen de Europa (Madrid).
Nuevos horarios, nuevas exigencias y una mayor exigencia de responsabilidad y autonomía hacen que la figura del tutor adquiera especial relevancia en esta transición que, además, supone la antesala de la adolescencia.
También toma mayor importancia si cabe la relación con las familias y el apoyo de los padres al proyecto educativo que han elegido para sus hijos, añade la psicóloga.
Cuando pasan a bachillerato
Los alumnos “pasan de una etapa obligatoria para todos a otra que ya no lo es y eso implica nuevos objetivos y metodologías que influyen en el estudio y el trabajo dentro y fuera del aula”, asegura Pablo Canosa, subdirector de Educación de Fomento de Centros de Enseñanza.
A favor juega el hecho de que “la motivación es mayor, ya que eligen más asignaturas en función de los estudios universitarios que pretendan cursar”.
Los alumnos requieren un tiempo de adaptación y, nuevamente, la figura del tutor se torna crucial para ir desarrollando un plan de mejora y detectar de forma ágil si es necesario algún tipo de refuerzo en materias concretas, apunta Canosa.
Pero “son muchos los problemas con que se encuentra el profesorado y que intenta capear como puede”, explica el presidente de la Asociación Nacional de Catedráticos de Instituto (Ancaba), Felipe de Vicente, quien lamenta que, “al no haber ninguna prueba externa, el paso de ciclo común a Bachillerato depende del nivel de exigencia de cada centro.
Exigencia
Si el centro es poco exigente, añade De Vicente, “el alumno se puede encontrar con un Bachillerato de poca exigencia, que termina por no preparar adecuadamente para las carreras más difíciles”.
El presidente de Ancaba considera que, “para enfocar con mayor rigor y exigencia el Bachillerato, sería muy recomendable elevar el nivel de exigencia del ciclo común, convirtiendo este curso en un preparatorio del Bachillerato”.
El subdirector de Fomento de Centros de Enseñanza propone una serie de pautas básicas para hacer que el alumno supere con éxito el primer año de Bachillerato, como son “establecer desde el primer día un horario de trabajo para el tiempo en que no se está en el centro educativo (cuanto más concreto sea, más fácil será cumplirlo), llevar al día el trabajo de todas las materias y dejar también tiempo para la práctica del deporte, actividades culturales, estudio de otros idiomas o voluntariado, y crear un canal de comunicación fluido alumno-tutor-familia, que facilita todo el proceso y permite al alumno evolucionar de forma constructiva”, apunta Pablo Canosa.