A las 11:00 de la noche del 1 de mayo de 2011 el presidente de Estados Unidos de América, Barack Obama, junto con Hillary Clinton y otros altos funcionarios se reunieron en la Sala de Crisis de la Casa Blanca y vieron en directo el asalto militar a una propiedad en Abbottabad, Pakistán, donde habían localizado a Osama bin Laden.
La operación para atrapar al líder de Al Qaeda se llamó Lanza de Neptuno. Los 24 miembros del comando Seal despegaron desde Afganistán a bordo de dos Black Hawks modificados para no ser detectados por los radares paquistanís.
La historia oficial difundida por el gobierno estadounidense es que al ingresar a la vivienda y localizar a Osama una mujer trató de servir como escudo pero la hirieron en la pierna. Luego los “seals” dispararon al pecho y a la cabeza de Bin Laden.
Trasladaron su cuerpo al portaaviones USS Carl Vinson, donde le celebraron un funeral acorde a los ritos islámicos y lo sepultaron en el mar.
Así finalizó la vida -y diez años de persecución- de uno de los personajes más buscados por terrorismo, pues se le atribuyó el ataque a las Torres Gemelas en septiembre de 2011.
