Caracas, Venezuela.
La idea de Andrés Moreno era abrir un instituto de idiomas que operara 24 horas al día, siete días a la semana, con maestros angloparlantes y con fácil acceso para los estudiantes que querían evitar la congestión de tráfico de la capital venezolana.
Su proyecto se convirtió en Open English, una escuela en Internet que abrió en 2008. Impulsada por una cómica campaña publicitaria de videos protagonizados por el mismo Moreno, Open English hoy está valuada en unos US$350 millones. Con 100.000 estudiantes en el mundo hispanoparlante, incluyendo 5.000 en Estados Unidos, la escuela tiene una nueva sede en Miami.
“Queríamos crear algo que fuera mensual y barato y que le permitiera dar el primer paso”, dice Moreno, cofundador y presidente ejecutivo de Open English, en una entrevista en las oficinas en Nueva York de Technology Crossover Ventures, una firma de capital de riesgo que ha invertido en Open English. “Ese ha sido el nicho que Open English ha llenado”.
La empresa ha recibido alrededor de US$120 millones en capital de riesgo, lo que subraya el potencial de mercado de la creciente clase media de América Latina y el nuevo flujo de capital de inversión en startups de la región.
“La demografía está ahí”, afirma Cate Ambrose, presidenta de la Latin American Private Equity & Venture Capital Association, un grupo que representa a firmas que invierten en América Latina. “Hay una clase media en expansión y una demografía joven con un creciente consumo de tecnología”.
El número de usuarios de Internet en América Latina se estima hoy en 300 millones, o la mitad de la población. Según la firma de investigación de mercado comScore Inc., la audiencia en línea de la región creció 17% en el año que terminó en abril, cinco veces el crecimiento registrado en Europa.
Open English compite en un campo abarrotado de clases de idioma por Internet. A diferencia de rivales como Busuu y Babbel, se concentra en un solo idioma, el inglés, que en América Latina es vital para el desarrollo profesional. Su servicio cuesta cerca de US$80 al mes y ofrece clases de grupos pequeños en tiempo real las 24 horas del día.
Moreno, de 31 años, dice que no trata “de crear una aplicación para enseñarle a la gente unas cuantas palabras porque hay compañías en EE.UU. que hacen eso muy bien y otras que enseñan 30 idiomas”.
Antes de fundar Open English, Moreno abandonó sus estudios de ingeniería para lanzar una escuela de idiomas llamada Optimal. Contrató extranjeros angloparlantes para que vivieran en Venezuela y les enseñaran a empleados de empresas en Caracas. No obstante, trasladar a los tutores de una oficina a otra en el tráfico de pesadilla de la capital se volvió un obstáculo. Los clientes también empezaron a abandonar el país por la alta delincuencia y la inestabilidad política.
“No fue muy divertido, recuerdo que Andrés perdió mucho pelo preocupándose por los [tutores]”, dice Wilmer Sarmiento, cofundador y vicepresidente de tecnología.
Sarmiento y Moreno cuentan que se les ocurrió la idea de trasladar las clases al ciberespacio mientras comían pizza. “Usaba Skype, y me di cuenta que tenía que haber una manera de aplicar esa tecnología para mejorar la interacción humana en la web”, dice Moreno. Agrega que si bien Open English enfatiza sus profesores en vivo, su plataforma de aprendizaje busca proveer un plan de estudios equilibrado, con lectura y escritura.
Moreno trabaja en otro proyecto: Next University, que ofrecería cursos universitarios en línea en toda América Latina. Espera lanzarlo en los próximos nueve meses.
La idea de Andrés Moreno era abrir un instituto de idiomas que operara 24 horas al día, siete días a la semana, con maestros angloparlantes y con fácil acceso para los estudiantes que querían evitar la congestión de tráfico de la capital venezolana.
Su proyecto se convirtió en Open English, una escuela en Internet que abrió en 2008. Impulsada por una cómica campaña publicitaria de videos protagonizados por el mismo Moreno, Open English hoy está valuada en unos US$350 millones. Con 100.000 estudiantes en el mundo hispanoparlante, incluyendo 5.000 en Estados Unidos, la escuela tiene una nueva sede en Miami.
“Queríamos crear algo que fuera mensual y barato y que le permitiera dar el primer paso”, dice Moreno, cofundador y presidente ejecutivo de Open English, en una entrevista en las oficinas en Nueva York de Technology Crossover Ventures, una firma de capital de riesgo que ha invertido en Open English. “Ese ha sido el nicho que Open English ha llenado”.
La empresa ha recibido alrededor de US$120 millones en capital de riesgo, lo que subraya el potencial de mercado de la creciente clase media de América Latina y el nuevo flujo de capital de inversión en startups de la región.
“La demografía está ahí”, afirma Cate Ambrose, presidenta de la Latin American Private Equity & Venture Capital Association, un grupo que representa a firmas que invierten en América Latina. “Hay una clase media en expansión y una demografía joven con un creciente consumo de tecnología”.
El número de usuarios de Internet en América Latina se estima hoy en 300 millones, o la mitad de la población. Según la firma de investigación de mercado comScore Inc., la audiencia en línea de la región creció 17% en el año que terminó en abril, cinco veces el crecimiento registrado en Europa.
Open English compite en un campo abarrotado de clases de idioma por Internet. A diferencia de rivales como Busuu y Babbel, se concentra en un solo idioma, el inglés, que en América Latina es vital para el desarrollo profesional. Su servicio cuesta cerca de US$80 al mes y ofrece clases de grupos pequeños en tiempo real las 24 horas del día.
Moreno, de 31 años, dice que no trata “de crear una aplicación para enseñarle a la gente unas cuantas palabras porque hay compañías en EE.UU. que hacen eso muy bien y otras que enseñan 30 idiomas”.
Antes de fundar Open English, Moreno abandonó sus estudios de ingeniería para lanzar una escuela de idiomas llamada Optimal. Contrató extranjeros angloparlantes para que vivieran en Venezuela y les enseñaran a empleados de empresas en Caracas. No obstante, trasladar a los tutores de una oficina a otra en el tráfico de pesadilla de la capital se volvió un obstáculo. Los clientes también empezaron a abandonar el país por la alta delincuencia y la inestabilidad política.
“No fue muy divertido, recuerdo que Andrés perdió mucho pelo preocupándose por los [tutores]”, dice Wilmer Sarmiento, cofundador y vicepresidente de tecnología.
Sarmiento y Moreno cuentan que se les ocurrió la idea de trasladar las clases al ciberespacio mientras comían pizza. “Usaba Skype, y me di cuenta que tenía que haber una manera de aplicar esa tecnología para mejorar la interacción humana en la web”, dice Moreno. Agrega que si bien Open English enfatiza sus profesores en vivo, su plataforma de aprendizaje busca proveer un plan de estudios equilibrado, con lectura y escritura.
Moreno trabaja en otro proyecto: Next University, que ofrecería cursos universitarios en línea en toda América Latina. Espera lanzarlo en los próximos nueve meses.