Los informes oficiales confirman que desde hace más de cinco años la construcción no repunta.
Sin embargo, los empresarios están a la espera que las inversiones públicas logren desarrollar el potencial de nuevas regiones del país.
Silvio Larios, gerente general de la Cámara Hondureña de la Industria de la Construcción (Chico) amplía a Diario LA PRENSA sobre la situación que atraviesa este sector económico.
Es bueno para el país en el sentido que podemos conseguir préstamos un poco más cómodos. Si recordamos, en la venta de bonos que se efectúo en 2013 se consiguió colocarlos en el exterior, pero a tasas de interés elevadas, cuando usualmente en el mercado pueden andar entre 3 y 4%, si no es que menos.
Esto significa que el riesgo es ahora mucho menor. No es que estamos en el cielo, pero hemos mejorado el nivel y dimos un paso más en recuperar la confianza de parte del país en su cumplimiento de compromisos, en este caso de sus obligaciones financieras internacionales.
Si hay recursos más accesibles para Honduras, esto puede beneficiar por mucho la inversión pública y esperamos como sector construcción que estos puedan ser invertidos en cosas necesarias para el país. Sería ideal impulsar proyectos en regiones con las condiciones logísticas necesarias de exportación de productos atractivos o demandados en el mercado internacional. Es necesario determinar si las nuevas inversiones están dando los resultados para obtener recursos, apoyar el comercio exterior y dinamizar la economía local. Me refiero a que es interesante medir el rendimiento de los aeropuertos, represas o carreteras. Ha llegado la hora de invertir inteligentemente.
A través de un barrido de edificaciones y no lo podemos tapar con un dedo, la construcción no ha crecido y el sector residencial sigue para abajo.
La devaluación de la moneda es una consecuencia de ello, porque el dinero no está rindiendo como antes y mucho menos da la posibilidad que los ciudadanos adquieran una vivienda nueva. Por desgracia, estos usuarios se vuelven un riesgo para la banca nacional. Hay una gran necesidad, pero la demanda se viene para abajo porque la gente no tiene recursos. Algunos dicen que la devaluación es buena, pero en realidad estamos creando un vacío en la capacidad de las personas.
No voy a negar que hemos sostenido pláticas con Miriam Guzmán, ministra de la Dirección Ejecutiva de Ingresos (DEI), pero no terminamos de hacer entender a su equipo técnico de las situaciones muy particulares que se dan en la industria de la construcción, porque no podemos hablar de esta como si fuera comercio convencional.
Esto es porque digamos que los servicios que empleamos y los insumos que adquirimos no es que sean de una industria bien establecida. Por ejemplo, ¿cuántas empresas o areneros profesionales conocemos? Casi nadie, porque la mayoría de las personas que la industria emplea provienen de zonas alejadas y con un grado de educación bajo, y aunque se puede colaborar con ellos para que tengan su Registro Tributario Nacional, no será fácil.
Seguimos creando una cantidad de leyes complejas y debemos hacerlas más sencillas para que la institucionalidad del país funcione. Si esta comienza a funcionar, tendremos un mejor sistema en el que las inversiones tendrán justificación y al final tendremos un bienestar para todos. El Estado debe cambiar el mensaje que manda al inversionista, porque si detecta que no hay seguridad jurídica, que hay una institucionalidad débil y leyes complejas, al final dirán que es difícil invertir en Honduras. No podemos culpar por todo al Estado, pero si de algo es culpable es de no crear las condiciones apropiadas para que se dé la inversión en Honduras.