La deplorable situación financiera que atraviesa el país ya tocó la Jicatuyo y Los Llanitos, en el departamento de Santa Bárbara, fueron identificados desde hace 32 años. Cuando el Congreso Nacional aprobó su construcción, en 2009, se dijo que estaría listo en cuatro años; hasta hoy, el avance es cero.
El financiamiento que requieren es de 300 millones de dólares, el cual se obtendría con un cofinanciamiento de la Enee, Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social del Brasil (BNDES) y la Constructora Norberto Odebrecht.
Emil Hawit, gerente de la Enee, confirmó que este proyecto ni siquiera está empezado porque la compañía brasileña que lo desarrollaría planteó la necesidad de que el Gobierno aportara su parte de los fondos para la construcción de una de las represas.
“Fuimos claros al decirles que no hay capacidad para aportar la parte que ellos solicitan, y bajo esas circunstancias tendríamos que esperar que las cosas económicas del país se estabilizaran para poder seguir”, explicó Hawit.
Salomón Ordoñez, asesor en temas energéticos de la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés (CCIC), explicó que con este panorama será difícil pensar en el inicio de este proyecto.
Proyecto El Aguán
El Complejo Energético Valle del Aguán es otra deuda del gobierno de Porfirio Lobo.
En el marco de su Plan de Nación Visión de País, Lobo prometió que este proyecto en la Cuenca del Aguán contaría con plantas hidroeléctricas, de biomasa y fotovoltaícas (solar) que generarían unos 220 MW de energía. La construcción sería financiada a través de la figura de Asocio Público Privado (APP) y beneficiaría a unos 78,797 pobladores del municipio de Yoro.
También se planteó que se desarrollaría en tres etapas: la cuenca del río Aguán, que generaría 64 MW; la del río Mame, estimándose ahí una generación de 36.46 MW, y la del río Yaguala, con la que aproximadamente se lograrían 71.39 MW. El resto de los 220 megavatios serían generados con proyectos de biomasa y fotovoltaicos.
El gerente de la Enee refirió que “en el Aguán se hizo un inicio de estudios pero no ha habido recursos para continuar haciéndolos, lo que buscamos son compañías a través de las APP que quieran invertir en esos proyectos”.
“Este proyecto es muy poco, apenas se delineó y no tiene financiamiento; no creo que se haga, al menos en este año”, dijo por su parte Ordóñez.
Patuca, el más “avanzado”
El el caso de Patuca III o Piedras Amarillas, cuyo potencial fue identificado en 1975, requiere una inversión de 300 millones de dólares, según un estudio realizado en 2009.
Ese año se estimó que la obra tardaría cinco años en ser construída, no obstante, luego de casi cuatro años, el avance en la obra es de apenas 40%.
Hawit refirió que apenas están finalizando la primera etapa (de tres que consta), en ella se ha avanzado en un 95% de la negociación de un préstamo con un banco de China para obtener 295 millones de dólares; “si todo es satisfactorio estaremos firmando (el crédito) a finales de mayo y el proyecto tomaría de dos y medio a tres años” en desarrollarse, aseguró. El desfase de la obra, según Hawit, es de apenas seis meses.
No hay voluntad
Sandra Rivera, coordinadora ejecutiva del Proyecto de Eficiencia Energética para los Sectores Industrial y Comercial de Honduras (Pesich), mencionó que no hay voluntad política para realizar el cambio de matriz energética, “el problema esque hay intereses involucrados, y mientras no haya voluntad política siempre vamos a estar dependiendo de la energía térmica”, aseveró.
La matriz energética actual corresponde en un 60% a energía térmica y el 40% a renovable. Rivera fue clara al decir que, al menos en el corto plazo, “no existe alternativa, uno, por esa falta de voluntad política y dos, porque constituir un proyecto renovable lleva su tiempo. Calculo que en unos diez años pueda haber un cambio”, finalizó.