San Pedro Sula, Honduras.
El alto precio del impuesto sobre ventas (ISV) que pagan los hondureños por el valor total en cada una de sus compras, es el séptimo más alto de Latinoamérica y el más caro de Centroamérica, según Baker & McKenzie, una firma legal que asesora a compañías globales.
El aumento del 12 al 15% que sufrió el impuesto sobre ventas en el 2014, mediante la Ley de Ordenamiento de las Finanzas Públicas, colocó a Honduras en una posición desventajosa para la atracción de inversión y contrajo la economía nacional, aseguró Jorge Yllescas, exdirector de la Dirección Ejecutiva de Ingresos (DEI).
“Cuando se trata de una región tan homogénea como Centroamérica, que cuenta con las mismas condiciones, las empresas extranjeras que buscan invertir toman en cuenta esa relación de impuestos antes de tomar una decisión, y lamentablemente nosotros estamos en desventaja”, manifestó Yllescas.
Según el informe, el ISV de Honduras supera por 8% el de Panamá, en 2% el de El Salvador y Costa Rica y en 3% el de Guatemala.
Nicaragua es el otro país de la región en el que la carga impositiva es del 15%.
Pedido
Yllescas sugiere llegar a un pacto fiscal para mantener el ISV a un 15% por un período no menor a 10 años. “Fue una decisión arbitraria aumentar 3 puntos al impuesto sobre la venta. No era necesario subirlo, sino armonizarlo con el resto de la región, donde el más alto está en 13%”, explicó el experto.
Emín Abufele, vicepresidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), dijo que el peso tributario está afectando la competitividad de las empresas.
“Los impuestos nos están convirtiendo en una sociedad de importaciones y no de exportadores. Necesitamos entender que los ingresos del Estado deben de generarse desde el crecimiento de la economía y no desde más impuestos”, puntualizó Abufele.
Martín Chicas, vicepresidente de la Asociación Nacional de Industriales (Andi), dijo que el aumento de este impuesto ha encarecido el valor de productos y servicios y aclara que uno de los mayores afectados es el consumidor final. “El impacto más dramático es que merma la capacidad de compra de los consumidores, empobreciéndolos más”, manifestó el empresario.
El alto precio del impuesto sobre ventas (ISV) que pagan los hondureños por el valor total en cada una de sus compras, es el séptimo más alto de Latinoamérica y el más caro de Centroamérica, según Baker & McKenzie, una firma legal que asesora a compañías globales.
El aumento del 12 al 15% que sufrió el impuesto sobre ventas en el 2014, mediante la Ley de Ordenamiento de las Finanzas Públicas, colocó a Honduras en una posición desventajosa para la atracción de inversión y contrajo la economía nacional, aseguró Jorge Yllescas, exdirector de la Dirección Ejecutiva de Ingresos (DEI).
“Cuando se trata de una región tan homogénea como Centroamérica, que cuenta con las mismas condiciones, las empresas extranjeras que buscan invertir toman en cuenta esa relación de impuestos antes de tomar una decisión, y lamentablemente nosotros estamos en desventaja”, manifestó Yllescas.
Según el informe, el ISV de Honduras supera por 8% el de Panamá, en 2% el de El Salvador y Costa Rica y en 3% el de Guatemala.
Nicaragua es el otro país de la región en el que la carga impositiva es del 15%.
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Yllescas sugiere llegar a un pacto fiscal para mantener el ISV a un 15% por un período no menor a 10 años. “Fue una decisión arbitraria aumentar 3 puntos al impuesto sobre la venta. No era necesario subirlo, sino armonizarlo con el resto de la región, donde el más alto está en 13%”, explicó el experto.
Emín Abufele, vicepresidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), dijo que el peso tributario está afectando la competitividad de las empresas.
“Los impuestos nos están convirtiendo en una sociedad de importaciones y no de exportadores. Necesitamos entender que los ingresos del Estado deben de generarse desde el crecimiento de la economía y no desde más impuestos”, puntualizó Abufele.
Martín Chicas, vicepresidente de la Asociación Nacional de Industriales (Andi), dijo que el aumento de este impuesto ha encarecido el valor de productos y servicios y aclara que uno de los mayores afectados es el consumidor final. “El impacto más dramático es que merma la capacidad de compra de los consumidores, empobreciéndolos más”, manifestó el empresario.