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La postura antitransgénicos de China frena el heno de Estados Unidos

  • 15 diciembre 2014 /

A mediados de este año, China comenzó a analizar las importa­ciones de heno para detectar la presencia de alfalfa procedente de biotecnología no aprobada por Beijing.

Nueva York, Estados Unidos.

La nueva postura más estricta de China sobre las importaciones de cultivos genéticamente modifi­cados está sacudiendo una indus­tria estadounidense de la que se habla poco: el heno.

A mediados de este año, China comenzó a analizar las importa­ciones de heno para detectar la presencia de alfalfa procedente de biotecnología no aprobada por Beijing. Como resultado, los en­víos a China han caído y algunas entregas han sido rechazadas.

Las medidas de China son un duro golpe para los productores de heno a partir de la alfalfa y otras plantas herbáceas, que re­presenta el cuarto mayor cultivo de EE.UU. por superficie, con un valor anual de US$20.000 millo­nes. Los precios del heno estado­unidense han caído casi 12%, en parte debido a que la menor de­manda china se tradujo en un au­mento de la oferta de este forraje dentro de EE.UU.

Con los productores lácteos chinos deseosos de utilizar el alto valor proteico de la alfalfa de EE.UU. para alimentar sus vacas, las exportaciones estadouniden­ses de heno de alfalfa a China se habían multiplicado más de ocho veces entre 2009 y 2013, para lle­gar a casi 785.000 toneladas; en los primeros 10 meses de este año las ventas al mercado chino repre­sentaron una cuarta parte de esas exportaciones. Pero conforme los exportadores buscaban asegurar­se de que sus envíos no contenían la alfalfa genéticamente modifica­da, desarrollada por Monsanto Co., los despachos cayeron 22% en peso frente al período agosto-octubre del año anterior, según datos del Departamento de Agri­cultura de EE.UU (USDA, por sus siglas en inglés).

Mountain Sunrise Feed Co., un pequeño exportador de heno en Utah, había estado enviando a China 1.000 toneladas por mes, la mitad de su producción. La firma detuvo sus envíos después de que varios de sus cargamentos fueron rechazados. “Es un riesgo dema­siado grande”, dice Nick Hunts­man, su propietario.

Tras perder sus negocios en China, la empresa despidió a cin­co empleados, y utiliza sólo 50% de su capacidad de producción.
La controversia sobre el heno surgió a mediados de año, cuan­do la Administración General de Supervisión de Calidad, Inspec­ción y Cuarentena de China dijo que en la producción de tres em­presas estadounidenses encontró cepas genéticamente modificadas no aprobadas por Beijing. Funcio­narios de la agencia se negaron a comentar.

China ha mantenido por largo tiempo una política de tolerancia cero contra la alfalfa biotecnoló­gica. Los exportadores de EE.UU. dicen que compran alfalfa de agricultores con cultivos no mo­dificados. Pero su industria tiene dos problemas: su definición de lo que encaja en no biotecnoló­gico puede no ser lo suficiente­mente estricta para cumplir con los estándares chinos; y además hay evidencia de que genes bio­tecnológicos se han extendido a cultivos no modificados.

Las posibles explicaciones para la presencia de material ge­néticamente modificado en los envíos de alfalfa que se conside­ra no biotecnológica incluyen la polinización cruzada de un culti­vo con otro, o cultivos que se mez­clan durante la cosecha, empaque o almacenamiento del heno. Otra explicación es la semilla misma. Cerca de 30% de la semilla de alfalfa de EE.UU. vendida den­tro de ese país es genéticamen­te modificada, según Monsanto. La variedad de Monsanto está diseñada para soportar el rocia­do con Roundup, un herbicida de amplio uso que también fabrica Monsanto. En 2011, el USDA au­torizó a los agricultores a sem­brar sin restricciones ese tipo de alfalfa, conocida como Roundup Ready. Los críticos habían lucha­do en los tribunales para bloquear la alfalfa con el argumento de que el polen podría transferir sus ge­nes a cultivos no biotecnológicos, incluyendo la alfalfa orgánica, un escenario que algunos sugieren se está presentando ahora.

Monsanto se negó a comentar sobre la inquietud por esa posi­ble contaminación. “Monsanto trabaja con los productores y la industria para construir un con­senso sobre protocolos de prue­bas adecuados, precisos y consis­tentes que den a los agricultores la certeza que necesitan para co­mercializar sus cosechas”, dijo una portavoz.

Las normas voluntarias uti­lizadas por EE.UU. permiten un margen de maniobra. Para la al­falfa, los estándares del sector permiten que en un campo de se­millas haya 2% de simientes “fue­ra de tipo”, o sea de otra variedad de alfalfa, lo que por ejemplo sig­nifica que una bolsa de semillas de alfalfa no genéticamente mo­dificada podría contener una pe­queña cantidad de semillas alte­radas; potencialmente, eso podría dar como resultado las trazas de alfalfa con rasgos biotecnológicos dentro de heno no genéticamente modificado enviado a China.

Hasta hace poco, los exporta­dores estadounidenses de heno habían usado una “cinta” con pruebas básicas que se aseme­ja a una prueba de embarazo de venta libre y es capaz de detectar cuando el heno contiene más de 5% de material biotecnológico, de acuerdo con funcionarios de la in­dustria de EE.UU. Los resultados positivos han sido infrecuentes. Pero cuando China comenzó a controlar las importaciones esta­dounidenses a mediados de este año, lo hizo mediante una prue­ba de ADN químico más sensible, capaz de detectar cuando el heno contiene tan sólo 0,1% de material biotecnológico.

Exportadores estadouniden­ses ahora hacen pruebas simila­res para cumplir con la política china y trabajan con Beijing para garantizar que los envíos futu­ros cumplan con sus requisitos. Sin embargo, algunos exporta­dores dijeron que están preocu­pados porque las pruebas de sus inventarios han arrojado muchas lecturas positivas del material, un signo de que la alfalfa de Mon­santo está a menudo presente en cultivos considerados no biotec­nológicos. Con semillas biotecno­lógicas aprobadas para su uso en EE.UU., los líderes de la industria dicen que será difícil cumplir con una verdadera lectura de “cero”.

Exportadores como Al Dahra ACX Global Inc., de California, y Anderson Hay & Grain Co., del es­tado de Washington, han perdido millones de dólares debido a las ventas decomisadas y los mayo­res costos de reencaminar a otros países los envíos rechazados, se­gún ejecutivos de la industria.

Anderson Hay, uno de los ma­yores exportadores de heno de EE.UU., indica que sus ventas ca­yeron luego de que China rechazó algunos de sus envíos. “Ha tenido un gran impacto en nuestro nego­cio”, dice Mark Anderson, su pre­sidente ejecutivo.
“Las consecuencias para los exportadores que envían una gran cantidad de productos a China son enormes”, afirma John Szczepan­ski, director del Consejo de Expor­tación de Forraje de EE.UU.