El secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke, amenazó hoy a la ciudad de Curitiba de sacarla del Mundial de fútbol, que se organizará en Brasil entre los próximos junio y julio, si no acelera las obras del estadio Arena da Baixada.
El próximo 18 de febrero será la fecha en la que la FIFA decidirá si Curitiba continúa siendo una de las doce subsedes del Mundial, según afirmó hoy Valcke en una visita a esa ciudad del sur de Brasil.
'De hoy al 18 de febrero, (los responsables del estadio) tendrán que decidir. A partir de hoy y hasta esa fecha es necesario que se hagan las obras que nos permitan confiar que es posible realizar el Mundial aquí. Como está hoy es un peligro', afirmó Valcke en una visita al estadio, según recogieron medios locales.
Valcke calificó la situación del estadio Arena da Baixada como 'delicada' y dijo que el estado de las obras 'no es del agrado' de la FIFA.
'El estadio no sólo está muy atrasado, está lejos de cualquier buen cronograma de entrega para la FIFA', comentó el secretario general.
Curitiba será la sede de cuatro partidos de primera fase: España-Australia, Honduras-Ecuador, Irán-Nigeria y Argelia-Rusia.
Responsables del estadio aseguraron recientemente que las obras estarán acabadas el 26 de marzo, fecha en la que está prevista la inauguración.
Según se pudo ver hoy en la visita de Valcke, aún están pendientes obras en la cubierta, en la fachada y zonas internas, mientras que se están comenzando a instalar los asientos.
El césped no ha sido instalado todavía, pero según los responsables del estadio, está plantado hace meses en un campo del sur de Brasil.
El Arena da Baixada, propiedad del Atlético Paranaense, sólo necesitaba obras de remodelación, puesto que había sido inaugurado en 1999.
El principal motivo del atraso en las obras fue las dificultades para conseguir la financiación por parte del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), institución de fomento de infraestructuras del Gobierno brasileño.
El BNDES tardó en aceptar las garantías financieras presentadas por el Atlético Paranaense, que tenía apoyo de la alcaldía de Curitiba y la gobernación del estado de Paraná, que diseñaron una compleja operación inmobiliaria para devolver el crédito.