A Loretta Lynch (Greensboro, Carolina del Norte, Estados Unidos, 1959) no le asustan los grandes retos, ya sea para hacer temblar a la FIFA, que seguirá bajo el mando de Joseph Blatter, o para decretar multas millonarias a gigantes bancarios.
La fiscal estadounidense imputó el miércoles a 14 personas, nueve miembros o antiguos miembros de la FIFA y cinco dirigentes de empresas de marketing deportivo, por recibir sobornos millonarios desde la década de los años 90.
El pasado mes de noviembre Barack Obama la designó, en una polémica decisión, fiscal general en sustitución de Eric Holder. 'Se ha pasado la vida luchando por la justicia y, desde su posición, se enfrentará a la corrupción', vaticinó el presidente de EEUU.
El Senado ratificó su nombramiento y Lynch se convirtió en la primera fiscal general afroamericana en la historia de EEUU. 'Si una niña negra del sur puede llegar a ser fiscal general, cualquier cosa es posible', confesó tras jurar su cargo en abril. Una luchadora con una larga carrera que ha puesto en jaque a la FIFA.
Lynch se doctoró en 1984 en derecho en la prestigiosa Universidad de Harvard. Se sumergió en las leyes tras crecer en el seno de una familia ligada al movimiento por los derechos civiles en los EEUU. 'Los acusados han violado la ley, habrá justicia', predica.
No se esconde. En su primer mes en el cargo, ya ha lidiado con la violencia racial en Baltimore y con el escándalo FIFA.
IMPLACABLE CON LOS CORRUPTOS
Lynch fue fiscal federal en el distrito Este de Nueva York durante un lustro supervisando casos de crimen organizado y corrupción, el punto de partido y el eje de la investigación que ha llevado a 14 altos cargos de la FIFA ante la justicia.
'Se esperaba que cumplieran las reglas que protegen al fútbol. En vez de eso lo corrompieron por sus propios intereses', declaró: 'Es sólo el principio'. Implacable con los corruptos.