Todavía subsisten remanentes y vestigios, en diversos continentes, del colonialismo que históricamente ha utilizado a sus posesiones ultramarinas y a sus habitantes, los “nativos”, para la extracción de riquezas minerales y agrícolas, en beneficio de las élites metropolitanas y, simultáneamente, para la explotación, bajo diversas modalidades, entre ellas la esclavitud y formas de servidumbre del recurso humano local, en ocasiones contando para tal efecto.