Los desplazamientos humanos desde el tercer al primer mundo son cada vez más rechazados por los Gobiernos y las sociedades de las naciones prósperas, a pesar de que requieren de mano de obra joven, calificada y no calificada, debido a que sus poblaciones envejecen y los oriundos no encuentran atractivo laborar en actividades mal remuneradas y/o de alto riesgo, que requieren largas horas de trabajo en condiciones climáticas adversas.