18/05/2024
11:18 PM

Buscando oportunidades

Elisa M. Pineda

Con un aire de resignación, una joven amiga me decía: “Este es el país de las posibilidades”, mientras yo la escuchaba con atención. Hablar con ella siempre me ha parecido enriquecedor, porque si bien es mucho menor que yo, suele ser muy madura y con un criterio bastante firme.

Hizo una pausa y volvió: “Porque aquí es posible todo, hasta lo que uno no creería”. Entonces comprendí que posibilidad y oportunidad no son lo mismo, quizás la diferencia es un poco más visible en los sinónimos, que de “oportunidad” es conveniencia, mientras que de “posibilidad” es probabilidad y eventualidad, entre otras.

Sus palabras estaban acompañadas de un poco de tristeza y mucho de frustración. Pensé en la cantidad de jóvenes hondureños que podrán pensar de manera similar, especialmente cuando se trata no solo de encontrar medios de subsistencia, sino de poner en práctica su propósito personal.

Porque el trabajo no es únicamente una forma de ganarse la vida, sino que es, además, una forma de crear, de aprender continuamente, de apasionarnos por una labor que es más que una transacción.

Pienso en la necesidad de inculcar en los jóvenes ese deseo constante por aprender, por superarse a sí mismos, por luchar incansablemente no por la frase terrible de “ser alguien en la vida” que aniquila el hecho de saber que por su dignidad humana ya merecen respeto, sino porque el conocimiento y la experiencia abren una puerta grandiosa, la de la realización.

Aún nos queda mucho trabajo para que la nuestra sea una sociedad de oportunidades y que sea percibida como tal, especialmente para los jóvenes. Esa es la conclusión a la que podemos llegar rápidamente cuando vemos que el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) nos señala que “la fuerza de trabajo en Honduras se redujo en 96,627 personas en 2023, en comparación al 2022”. (Boletín de Mercado Laboral 2024, Gerencia de Política Económica, Cohep).

Tenemos una ardua labor que llevar a cabo, cuando la misma fuente señala que en Honduras “tres de cada 10 jóvenes son ninis, es decir, que ni estudian, ni trabajan, representando a 971,000 hondureños; 700,000 son mujeres (...)”.

No son solamente percepciones, aún no logramos que el deseo de que nuestra gente quiera y pueda vivir en Honduras, pueda ser una realidad para todas y todos. Hay esfuerzos valiosos desde diversos sectores, que hacen que las estadísticas no sean aún más preocupantes.

¿Por qué somos un país de posibilidades? Encontré una respuesta que, si bien no es la definitiva, es una reflexión para poner sobre la mesa: porque hemos normalizado la corrupción; porque hemos aceptado que “aquí así es”, porque no hay meritocracia, porque las “oportunidades” muchas veces son solo un salvavidas para sobrevivir.

Porque el apoyo a las grandes ideas y proyectos es sesgado por muchos motivos, porque las desigualdades no nos permiten reconocernos desde la calidad humana, desde los sueños, las aspiraciones, la vocación y de manera especial, la voluntad, esa palabra que representa la fuerza que hace que las cosas pasen. Mientras busquemos argumentos y no acción, seguiremos viendo más estadísticas tristes en lugar de oportunidades de desarrollo.