19/05/2024
08:00 AM

Con el sol naciente

Graco Pérez

Los primeros rayos de luz iluminan la copa de los árboles del parque arqueológico de Copán, en el occidente de Honduras, mientras las guacamayas los sobrevuelan. Un sendero se abre entre el bosque, a los lejos la gran plaza.

Dos árboles de ceiba se integran al paisaje, fueron plantados en 2003 por la princesa Sayako, y en 2015 por la entonces princesa Mako, como muestra de hermandad y prosperidad entre Japón y Honduras.

Poco a poco, los rostros plasmados en las estelas parecen tomar vida y observar vigilantes a los visitantes que llegan desde otras tierras para admirar el principal centro ceremonial maya.

La dinastía de 16 gobernantes, iniciada con K’inich Yax K’uk’ Mo, finalizó bajo el mandato de Yax Pasaj Chan Yoat. Pero fue Waxaklajuun Ub’Aah K’awiil, más conocido como 18 Conejo, quien le dio su esplendor.

Transformó a Copán en la ciudad-Estado más avanzada durante el Período Clásico Maya (250-950 d.C.). Entonces se dieron importantes avances en arte, escritura jeroglífica, matemática y astronomía.

Hace 26 años el arqueólogo Seiichi Nakamura, de la Universidad de Komatsu en Japón, busca revelar los secretos que los sitios arqueológicos se niegan a entregar. En 2003, por primera vez 141 piezas de Copán fueron expuestas en Japón.

Son diversos los ámbitos de la cooperación del pueblo y gobierno de Japón a través de su Embajada y su Agencia de Cooperación Internacional (Jica). En 2025 se cumplirán 90 años de relaciones diplomáticas entre Japón y Honduras.

Descubiertas en 1570 por Diego García de Palacio, las Ruinas de Copán son reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (1980). Desde 1983, Japón apoya la investigación arqueológica, uniendo al glifo de Copán con el sol naciente.